❄ una inmensa muerte de cristal y de plata ❄ privado

La anciana amasaba de forma rutinaria aquella harina que mas tarde sería un hermoso y esponjoso bizcocho. Escuchó como siempre y a la misma hora, los pequeños pasos de la muchacha bajando por las escaleras. Se cinceló en su arrugado rostro, sin darse cuenta, una amplia sonrisa. Aquella chiquilla tan llena de vida y amor, había sido arropada en su corazón, como la hija que siempre quiso y nunca llegó. A decir verdad, se habían convertido en una familia, pasaban la mayor parte del tiempo juntas incluso la pequeña había ideado un tierno calendario con actividades, convirtiendo los Viernes, en día del cine. Todo parecía un sueño, donde la ternura, el amor y la calidez pintaban sus bellos días. Sin embargo bien sabía la mayor, que aquella hermosa burbuja, terminaría por explotar, cuando el señor de la casa retornara de sus quehaceres. Por una vez, quiso que algo  impidiera la llegada de su amo, y fuese de nuevo reclamado o bien por sus negocios o sus múltiples amantes. Pero era inevitable tarde o temprano llegaría el momento en que su dulce flor conocería aquella bestia y sin duda, no tendría mas remedio que ver como aquellas garras arrancaban uno a uno los pétalos de esta.  

Ensimismada en aquellos espantosos pensamiento, fue despertada como las princesa de antaño, de su temible pesadilla con el tierno beso de la chiquilla.- Buenos días Nana, espero no haberte asustado.- comentó con su característica voz aniñada y cantarina que  hacia parecer que en vez de hablar, la muchacha piaba.- .Sin duda huele realmente bien, incluso oigo a mi tripa rugir.- posó sobre su fino vientre aquellas manos de muñeca. Nana la miró, tan pequeña que parecía que iba romperse, solo quería abrazarla.- Nana, hoy es el gran día.- comentó entusiasmada mientras colocaba y adecentaba la mesa para ella, Nana y su fiel mayordomo.- Hoy conoceré al fin a mi marido. Estoy muy nerviosa, pues nada sé de el Nana. Estoy segura de que será un hombre bondadoso, tierno y gentil. Sé que no debo emocionarme, pero no puedo evitarlo.- comentaba mientras danzaba de un lado a otro para terminar con su tarea. La mujer podría haber dicho la verdad, decirle quiene era realmente su marido y cuan lejos estaba de su romántica idea, pero no se atrevió.- Elizabeth las cosas no siempre suceden como queremos.-. La pequeña ladeó su cabeza curiosa por aquella frase teñida de tristeza.- ¿ Nana te encuentras bien ?- le tomó la mano esperando que su calidez la reconfortara.- Sí mi pequeña, cosas de la edad.- Elizabeth volvió a sonreír y dio una vuelta sobre si misma haciendo así que su larga y sedosa melena se ondeara al viento.- ¿ Tú crees qué le gustaré? ¿Piensas qué podernos llevarnos bien ?- coquetea movió sus largas pestañas, buscando de manera inocente un simple halago.

Elizabeth se alejaba de todo lo que había podido conocer la mujer en la vida de su amo. Habían pasado muchas mujeres, por no decir demasiadas en la vida de aquel hombre, de todo tipo y condición, pero siempre tendía aburrirse de estas y las despreciaba de malas maneras. Solo había cinco que habían alcanzado mantener su interés, a las que galardonaba con todo lujo.Lo mejor para la joven era que este no sintiera especial devoción por ella, y había altas probabilidades de que pasara, pues sin duda Elizabeth no entraba en el canon de belleza de su señor.-Bueno,bueno, tranquila. Estoy segura de que le causaras una buena impresión, era una chica dulce, tierna y realmente bonita. Ahora a desayunar, hoy es una día muy largo y sabes que el médico te recomienda una alimentación saludable y abundante, últimamente sueles no terminarte el desayuno.- con suavidad le tiro de la mejilla, en señal de reprimenda a su falta de cuidado.- Está bien Nana. Es solo que estoy tan emocionada con la llegada del Señor. Tendré que aprender a pronunciar su nombre correctamente llevo toda la semana practicando. Gianfranco Von Tessee es una placer conocerle.- dijo en un italiano decente al mismo tiempo que realizaba una reverencia perfectamente protocolaria.- ¿ Qué te parece Nana? ¿ Lo he dicho bien? ¿ Te ha gustado ? Igual he esperado demasiado tiempo para la reverencia.- le avasalló con preguntas con la intención de comprobar que sus prácticas frente al espejo habían dado sus frutos, no quería defraudar a nadie y mucho menos el nombre de su familia. Nana sonrió, y no puedo evitar abrazarla, tanta ternura en una sola persona, tenia miedo que se rompiera en mil pedazos.- No mi niña, está perfecta, estoy segura de que le encantara.- le propició un tierno beso en la frente y dejo que la muchacha comenzara su desayuno.

Como siempre las adivinanzas, los cuentos y las fabulas llenaron aquel tentempié entre las mujeres de fantasía y magia. Elizabeth terminó sus aperitivos y marchó rauda y veloz a su cuarto, pues tenía que terminar los últimos detalles de  su sorpresa. Nana la vio partir como se ve emprende el vuelo a las aves en invierno, con cierta melancolía y tristeza.- Que Dios me escuche y te proteja. Rezo por ti todas las noches, ojala mis plegarias se cumplan y haya en el señor un ápice de bondad que perdone  el castigo al que estas expuesta. Mi niña haré todo lo posible por protegerte.- murmuro como la idea de que su fe  fuese lo suficientemente fuerte como para aguantar la tormenta venidera. El bolsillo de su delantal vibró, era el. ¿ Quién si no le llamaría esas horas y de manera tan reiterada y abusiva?- Buenos días mi Señor, por supuesto Elizabeth esta en casa. Le he avisado de su llegada como usted me había ordenado. Su habitación esta como le gusta y nadie ha entrado en ella. Señor quería decirle que sea amable con la muchacha, es muy joven y apenas hace unos días ha perdido a su familia. Tenga consideración.- el teléfono se apagó, no estaba muy segura de que este le hubiese escuchando sus peticiones.

Elizabeth sacó con cuidado de detrás de su cama el cuadro en el que había trabajado con tanto cariño y amor, y como quien comete un delito que no quiere ser visto, rozó con sus manos los labios de aquel hombre que tan apuesto se le mostraba. Había encontrado, hace unos meses, la foto en la que baso su retrato, en lo que parecía ser el despacho de su futuro marido.No fue su intención husmear en aquellos cajones, mas no encontraba a Nana,  y tampoco quería molestarla con la simple idea de encontrar un lápiz. Así que aquel escritorio de madera le pareció el lugar idóneo par albergar un lápiz. Su grata sorpresa fue encontrar aquella fotografía. Mentiría si no dijese que quedo embelesada por el porte y la elegancia del hombre que aparecía en la foto. Su pelo rojo como el fuego contrataban con la dulzura de sus sonrisa. Sin duda era todo un príncipe y estaba deseosa de recibirle como en los viejos cuentos.  

Pasaron los minutos y las horas y la pequeña miraba complacida el trabajo que había hecho pues el salón era ahora un  sin duda un colorido lugar, decorado con bonitos ramos y en el techo una rista de confeti que esperaba la llegada de su esposo, para dar le la bienvenida. Atraves de los cristales vio como un flamante coche aparcaba en la entrada de la casa. Era el sin duda. Reviso su aspecto y colocó con cuidado su atuendo. Había decidido escoger para la ocasión un vestido blanco de corte griego que se amoldaba a su finas curvas, remarcando su fina cintura con una cinta rosa de color rosa pastel. La blanca piel de sus hombros y brazos quedaba expuesta, mostrándose como la impoluta nieve recién caída del invierno. Apenas había maquillado su rostro, pues no era muy devota del maquillaje y su mano carecía de la habilidad para ello. Tomó aire,  hoy era el gran día.

El pomo de la puerta se giró y como había planeado justo cuando el hombro entro las virutas de confeti cayeron sobre este.- ¡Bienvenido  Gianfranco Von Tessee. Es un placer conocerle. Espero su recibimiento y regalo sea de su agra.. - de pronto su ojos vislumbraron la enorme figura de un hombre que llegaría a rozar los dos metros de alto, y cuyo aspecto se alejaba  con creces del muchacho del cuadro, no solo por edad, si no por rasgos, por no hablar de la enorme cicatriz que atravesaba su rostro. Confusa y algo avergonzada su cerebro llegó a a conclusión de quien tenía enfrente no podía ser su marido, si no el padre de éste.- ¡Dios mio! Disculpe  señor esta sorpresa era para su hijo. Lamento el bochorno que le he hecho pasar. Le pido disculpas y espero que pueda entender que todo esto era para su hijo, es decir mi esposo. Menuda impresión mas horrible le he dado, por favor dejame que le ayude, recogeré este desastre y pediré a Nana que eche una mano para volver a ordenar todo.- en su afilado y aniñado rostro, sus mejillas rojas de la vergüenza brillaban como dos luces de navidad.