No Shame // Priv.

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Hacía ya varios años que trabajaba junto a Bonnie en el Moulin. Después de todo su amistad se remontaba bastante en el tiempo, ambas se conocieron cuando la pelirroja aún formaba parte de aquel circo e incluso se habían vuelto a encontrar tras la tragedia de sus padres. Aquella noche que Cass encontró a Bonnie currando en un local cualquiera bailando y cantando es cuando habían decidido que el mundo no podía tratarlas de aquella manera. Ambas se pusieron manos a la obra y entre los ahorros que tenían y de paso los contactos de la pelirroja lograron que el Moulin abriera y comenzara  despegar. Por suerte para las dos la demonio nunca había tenido mucha vergüenza y además adoraba bailar y volver locos a todos aquellos que la miraban. Si sus padres supieran a lo que se dedica seguramente entrarían en cólera.

Aunque siendo sinceros eso le daba bastante igual, sus padres ya no podían hacer nada con ella, era un caso perdido. Hacía unos días Bonnie le contó que su hermano había aparecido de la nada, le contó al discusión que tuvieron y también como había terminado todo. Sabia que Bonnie estaba feliz de tener a su hermano de nuevo en su vida, pero también que era complicado. Lo que Declan le había hecho no era sencillo de perdonarse. Sin embargo eran la única familia que tenían y obviamente era mejor perdonar y seguir juntos que separarse del todo. Aunque no sabía si ese era el motivo por el que últimamente el mayor de los Blair se pasaba las noches metido en el local. Podía sentir esos ojos ambarinos clavados en ella cada vez que salía a actuar y aunque no le molestaba le resultaba cuanto menos curioso.

Tenía que salir nuevamente a escena esa noche y sabía que él estaba allí. Podía sentir su mirada sobre ella y por alguna razón le gustaba, la encendía, hacía que se moviera cada vez mejor y más sensual. Tener esos ojos de mirada misteriosa y ardiente sobre su cuerpo la hacían sentir que quería provocarlo todavía más. Salió al escenario y comenzó a moverse de forma lenta, sensual, sugerente, todo al ritmo de la música mientras sus curvas se contoneaban como lo que era toda una profesional. Sin embargo hoy quería jugar un poco más, lentamente descendió del escenario y comenzó a bailar con algunos de los clientes. No era la primera vez que lo hacía ni sería la ultima, tenía por costumbre juguetear con los clientes para que disfrutaran más del espectáculo y se implicaran más.

Mientras bailaba se fue acercando a Declan y cuando estuvo cerca de él echo un poco su silla hacía atrás para comenzar a bailar sobre él de manera juguetona mientras le miraba y sonreía con esa sonrisa seductora y socarrona que solo ella podía poner. Su cuerpo se movía de manera realmente atrayente y sin descanso rozando su cuerpo lo necesario con el contrario pero sin ser demasiado invasiva o aprovechada. Su deber era seducir y calentar al personal para que después fueran a por los servicios de algunas de sus compañeras, después de todo, en el Moulin todos tus oscuros deseos se pueden hacer realidad y todos los pecados son bien recibidos. Se acerco al oído del hombre para susurrar con voz juguetona — noto tu mirada atravesando mi cuerpo cada noche...¿te gusta lo que ves Declan? — susurro su nombre antes de separarse de su oreja y darse la vuelta para seguir bailando sobre él pero dándole la espalda ahora.

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Lo sabía, sabía que aquel hombre no podía resistir demasiado la tentación. Lo había visto en sus ojos, como la miraba, la pasión encerrada en esos ojos ardientes que la recorrían de arriba abajo como si fuera un caramelo delicioso que saborear. Cass no podía evitar sentirse atraída hacia los hombres que podían ser un peligro. Ese rostro, esa pasión que demostraban en su mirada. Era casi imposible que la mujer se resistiera cuando se trataba de un típico hombre con apariencia de chico malo. Disfrutaba volviéndolos locos, disfrutaba viendo el deseo crecer en su rostro y en su mirada. Pero con aquel hombre era distinto, no era como los demás, después de todo era el hermano mayor de su jefa.

El hermano mayor de su amiga y tenía claro que la historia que compartían esos dos podía convertirse en una locura si ella terminaba enredada con aquel hombre de negros cabellos y ambarinos ojos. Sin embargo no podía evitar sentirse atraída por él y su mirada. Disfrutaba molestándole, pues aunque él no quisiera mostrar su deseo ella podía verlo reflejado en sus ojos. Aún mas segura quedo en el momento en que sintió su mano rodeando su cintura y como tiro de ella para pegarla a su cuerpo. Por un momento Ashlyn la jefa de seguridad del local hizo el amago de acercarse para darle una lección pero la morena la miro y simplemente hizo un gesto negativo con la mano.

No quería alejarse de él, en este momento la verdad es que se sentía bastante a gusto. — Estoy trabajando Declan, además, yo no me voy con los clientes a la cama — sonriendo se alejo un poco de él mientras seguía con su baile. Ella no era una de las chicas que compartían cama, ella bailaba y si alguno quería ganarse el derecho de estar entre sus piernas tenía que ganárselo. Si realmente quería llevarla a la cama tendría que esforzarse un poquito más, le gustaba que los hombres la sedujeran igual que ella lo hacía. Cuando termino su actuación recibió grandes aplausos como era costumbre, vitores y silbidos picarones y tras saludar se dirigió al camerino no sin antes girar a mirar al vampiro y guiñarle un ojo.

Si quería podía seguirla, después de todo aquel juego era una clara invitación a que se atreviera a seguirla. Quería que le demostrase que no era un hombre aburrido, que era alguien que sabía tomar la iniciativa y que se lanzaría a por ella en cualquier momento. Que era capaz de colarse en su camerino y rodearla con sus fuertes brazos para hacerla olvidar todas las penas o las quejas que pudieran surgir. Pero puede que fuera demasiado pedir para él, sabía por Bonnie que aquel hombre tampoco lo estaba pasando bien y que de vez en cuando necesitaba un empujoncito. Pero ella no era psicóloga y la verdad, no lo conocía lo suficiente como para cargar con sus problemas encima. Si quería jugueteo y un polvo podían hablar, pero por el momento no buscaba nada más en aquel hombre que no fuera diversión.

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Sabía que Declan no se resistiría a seguirla. Después de todo era un hombre bastante ardiente, aunque era un vampiro. Pero ella conocía de sobra la fama que se gastaba la familia Blair y aunque solamente quedasen vivos dos de sus miembros sabía de sobra que ambos hermanos eran personas realmente ardientes y con un temperamento igualmente fuerte. Por esos motivos adoraba a su querida Bonnie y no podía evitar sentir cierta atracción por Declan. Se notaba en su mirada que era un hombre peligroso o al menos tenía ese aire de peligro que tanto atraía a las mujeres. Insensatas ellas en caer en los brazos de los chicos malos, sin embargo, Cass había logrado ver mas allá de esa fachada desde la primera vez que lo vio.

Poseía en su mirada la misma melancolía y el mismo dolor que Bonnie cuando hablaba de ciertos temas. Después de todo estaba segura de que ninguno de los dos lo había pasado bien en la vida. El problema es que ninguno de los dos eran capaces de aceptarlo y buscar ayuda. Preferían hacerse los fuertes y mostrarse ante el mundo como quien no tiene problemas en la vida. Como dos muros complicados de vencer, como dos fuertes personas que realmente no tenían nada ni nadie que pudiera hacerles daño. Sin embargo, ellos mismos se herían el uno al otro con ciertas palabras o gestos y ella lo sabía. Pero eran cabezotas y era mejor dejarlos ser con sus locuras y después ayudadles a recoger sus pedacitos cuando al fin tras chocar con la pared necesitan un poco de ayuda.

Ese era uno de los motivos por los que se había quedado junto a Bonnie, por lo que la había ayudado y seguía haciéndolo, eso y por que adoraba a esa loca mujer y sus ideas. Una vez en el camerino donde pensaba cambiarse de ropa y sabiendo que en aquel momento estaría ella sola sonrió al escuchar la voz de Declan tras ella. Giro un poco la cabeza para mirarle mientras sonreía con picardía — debería llamar a Ahslyn para que te saque de aquí de una patada en el trasero...Bonnie se enfadara contigo si se entera de esto — no podía dejar de sonreír mientras le miraba de arriba abajo. No podía evitarlo, Declan era un hombre muy atractivo y esa forma suya de provocarla le encantaba por que ella hacía lo mismo con él. Se traían un juego de lo más interesante.

— ¿Qué es lo que buscas al seguirme hasta aquí? — se acerco lentamente a él colocando una mano sobre su pecho y elevando la cabeza para poder mirarle. Aquel hombre era bastante más alto que ella y desde luego no podía hacer otra cosa si quería mirarlo. En comparación con ella, Declan era un armario empotrado y ella una muñequita adorable. Aunque todo el mundo sabía que por muy muñequita que pareciera, Cassandra era un peligro para todo hombre que pisara el local de Bonnie. Lo peor de todo es que todos acudían allí para ser tentados y disfrutaban de ello como los corderos que lentamente van hacía un matadero.

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Sabía que aquel hombre no podía evitar seguirla, no podía evitar desearla y podía verlo en sus ojos. Podía escucharlo en sus palabras y podía intuirlo en cada uno de sus movimientos. Cassandra sabía que Declan había sido suyo desde el momento en que la había visto bailar por primera vez. Con los años que llevaba trabajando en esto ya estaba mas que acostumbrada a ver esas miradas en los hombres, miradas de deseo y lujuria, pero con él había sido distinto. Había visto deseo si, también lujuria, pero además de todo eso había sentido pasión, una pasión que había logrado captar su atención y por eso adoraba tanto jugar con él hasta límites insospechados. Le gustaba volverlo loco, sacarlo de quicio, que la deseara más aún si eso era posible.

— ¿Sabes que eres un pésimo mentiroso? — dejo salir una lenta risilla mientras sentía la caricia de Declan en su brazo, tan juguetón, tan ardiente. Esa mano grande y masculina recorriendo su piel la hizo erizarse, pero se controlaba pues no quería demostrar que su tacto le gustaba más de la cuenta. — Confidente suena demasiado inocente para lo que tus ojos reflejan...dime la verdad...di que quieres hacerme gemir sobre la mesa del camerino y entonces te creeré — su sonrisa se ensancho un poco mientras daba un par de pasos hacía él de forma lenta y relajada hasta que elevo uno de sus brazos para arrebatarle el cigarro de la boca.

— No se permite fumar dentro del local..excepto en las zonas reservadas para ello así que no fumes en mi presencia — se giro con el cigarro en la mano rozando un poco su cuerpo con el contrario para después alejarse de él con intención de apagar aquel cigarrillo contra cualquier cosa. Seguramente usaría algo que tuviera que tirar después o simplemente lo tiraría contra el suelo y lo apagaría. No le gustaba el humo del cigarro, era algo que se le hacía algo desagradable y aunque Ash salía a fumar a la terraza o a la azotea solía impedir siempre que el olor se le pegase por que no quería molestar a sus amigas. Por otro lado Bonnie desde que había dejado de fumar prohibía a todos que fumasen cerca suyo.

— Yo no esperaba nada, creo que el que espera algo eres tu ¿no es cierto? — le miro de reojo con una de esas sonrisas matadoras y sensuales que solo ella podía poseer. — Bonnie y yo somos amigas desde hace tiempo, ambas trabajamos en algunos sitios juntas y entonces cuando me dijo que iba a montar este local decidí ayudarla, eso es todo — ambas poseían una bonita amistad y ella desde que había conocido a Bonnie la había tomado como una hermana. Ambas se querían mucho y siempre querían estar cerca, al menos lo suficiente como para saber que tanto una como la otra se encontraban bien. Algo así como instinto de supervivencia mutuo y de paso saber que si algo le pasa a una la otra podrá ayudarla de alguna manera.

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— Bueno, creo que esta claro que no me gusta que fumes, el olor es desagradable y el sabor también — le mira de reojo con una sonrisa retorcida pues estaba claro que se refería al sabor de los besos con alguien que fuma. Tras apagar el cigarrillo y librarse de él pensó en si debería o no responder a sus preguntas, pero oye, era hora de que el grandullón supiera todo lo que su amiga había pasado ¿no? — Como si algo así pudiera dejarse atrás alguna vez Declan, Bonnie tiene su vida y su pasado muy presente, hay marcas en su cuerpo que lo demuestran y otras que aunque no se ven son igual de dolorosas — después de todo la súcubo tenía una cicatriz en su rostro y otras muchas en el alma.

— Lo que nosotras hacemos no es fácil, bailar delante de un montón de borrachos que te ven como un objeto sexual que usar y desechar, que creen que pueden tomarte y poseerte cuando quieran ¿crees que es sencilla esa vida? ¿sabes cuantas de nosotras han sido violadas por algún cliente alguna vez? — si, había dicho la palabra violación por que en ocasiones en más de las que le gustaría el tipo se cree con unos derechos que no tiene. Sin embargo desde que existía el Moulin Rouge no había vuelto a ocurrir nada de eso con ninguna de las chicas ni los chicos que trabajan allí.

Después de todo, Bonnie los protegía y todos sabían que nadie quería meterse con Bonnie Blair si quería seguir pisando las calles de aquella maldita cuidad. — Hicimos todo cuanto era necesario para sobrevivir, intentamos mantener nuestra dignidad intacta en el proceso por supuesto y al final, logramos levantar este jodido sitio donde todo es paz, hacemos lo que nos gusta, como nos gusta y sin miedo a que puedan destrozarnos una vez salgamos a la calle para volver al antro donde vivimos, ahora la mayoría vivimos aquí, protegidos de todo  — suspira levemente mientras se acerca a él nuevamente y se gira para darle la espalda.

— Bájame la cremallera, quiero cambiarme — dejaría que él quitara la cremallera de aquel traje que había usado en aquella ocasión para bailar y sin pudor alguno dejaría que este deslizara hasta el suelo dejándola completamente desnuda ante los ojos de aquel hombre. Lo tentaba, claro que si, no podía evitarlo cuando se trataba de él, le gustaba, era un hombre que le gustaba y que estaría mas que dispuesta de llevarlo hasta su cama para tener una noche apasionada o unas cuantas. Pero quería ver cuanto aguante tenía el grandullón, sabía que estaba en su límite, podía verlo y ella disfrutaba tanto jugando en la cuerda floja que no podía dejarlo ir sin mas.