내가 뭘 // Priv. Jin Xi //

“Qué asco…” fue un pensamiento en respuesta a los sucesos que pronto acontecieron en un día que rasgaba a lo ordinario.

El sonido de los pájaros, la risa de compañeros de trabajo, un momento de una rutina papeleo cambiaba con el descontrol de alguien; una urgencia cambio todo, los pájaros escaparon, ahora solo se escuchaban ordenes dirigiendo un grupo a otro del departamento de policía, desechando, mancillando enteramente la utópica mañana del trabajo de oficina. ¿Qué era esta vez? El movimiento de todos era un tanto frenético, las llamadas de emergencia sonaban constantemente y las encargadas de responderlas mostraban una horrenda actitud al tratar una a una por la cantidad que tenían.  Un asesinato, era la respuesta que se buscaba, aunque incompleta en parte; todo el espectáculo que se armaba, lo suficiente para hacer que Jin fuera informado para hacer parte de todo ello significaba que era algo de cuidado o bien una vanidad propia de las clases más altas.

La segunda opción fue la correcta, una llamada le llego al Incubo quien en desdén se trasladaba en Vehículo para ver la escena del crimen. Era curioso, en una ciudad tan manchada de pecados aún se dolían las muertes de ciertas personas, claro todas ellas estaban ligadas a un grupo “Superior” en cuanto influencia de otra manera la muerte de un tipo cualquier no tendría tanta repercusión.  Eso era quizás lo que menos le hacía gracia, una muerte del espectáculo solo se volvería un evento de los medios que aburriría a cualquiera de las ruedas de prensa que debía pasar.

– ¿Entonces? ¿Quién fue esta vez? – pregunto con nulo interés, siguiendo únicamente el protocolo para no desencajar totalmente del momento; no había respuesta, su oficial a cargo aún se encontraba ocupado tomando los datos mientras escribía como un maniaco en su bloc de notas. Bufo, viendo el cristal del carro que los transportaba añorando a que todo eso acabara rápidamente; tenia una cita interesante al anochecer y estos líos suelen requerir tiempo que no estaba con ánimos de perder.

Una hoja de papel quedo frente a sus ojos, solo tenia un nombre escrito por el oficial que lo acompañaba. ¿Tanto se tardaba en dar ese estúpido dato? No pintaba a mejorar el día a ese paso, pero al enfocar sus ojos cristalinos en cada carácter del nombre pudo notarse como su rostro indignado se iba suavizando, tanto que parecía que al final algo le hizo reír. – Y pensar que sería algo distinto… Ya veo porque me llamaron esta vez, hay un juego entre manos. – fue lo ultimo que dijo con un tono cantarín; el viaje había terminado cerca de un buen Hotel y sus órdenes fueron claras: Investigar lo necesario, tomar las pruebas justas y no molestarlo mientras se ocupaba de la visita que tenía que ofrecer.

–Lee Bae… Me pregunto si tanta suerte tengo para encontrarme con alguien como tu o terminaras siendo un desperdicio más. – Hablo para si mismo, pese a estar acompañado por un par de policías más, no eran distintos de marionetas con oídos sordos; buenos agentes dispuestos a cumplir su deber de no meterse y cuestionar los asuntos de sus superiores. A fin de cuentas, ver un cadáver no tenia nada de emocionante, una vida ya extinguida carecía de valor al lado de un buen momento con alguien capaz de levantar tu interés. Debía verlo, a esa joven promesa del espectáculo quien constaba con circunstancias muy peculiares, a fin de cuentas ¿Cuántas personas podrías encontrar con su inusual suerte a la hora de llamar a la muerte? Era un simple presentimiento, pero toparse con alguien como el sonaba llamativo.

Pasar por el Hotel en su búsqueda no fue una tarea difícil, sus datos ya habían llegados a oídos de oficial desde hace un tiempo. No fueron necesarios mas que unos minutos y una pequeña sonrisa coqueta a la encargada de recepción para avanzar cómodamente, no necesitaba apresurarse para disfrutar la conversación.  Al llegar a su habitación un par de golpes fueron dados por los oficiales que lo acompañaban, al menos para eso llegaban a servir aparte de vigilar; por suerte la puerta fue abierta antes de que fuera necesaria tirarla al suelo, de forma ilegal claro, pero sin perder en espectacularidad.

–Te ves distinto en persona, supongo que lo que dicen es cierto; La cámara suele cambiar a las personas. – fue el primer comentario en soltar tras visualizar el sujeto de cabellos verdosos, no lo decía con mala intención ni menos; detallar su rostro fue una necesidad, pocas veces en el trabajo se podían encontrar a personalidades tan bien parecidas y no solo acaudaladas como solían ser las parejas de Jin. “Esto puede ser un golpe de suerte, el problema será en contenerme lo necesario…” pensó para si mismo, dando una orden con sus manos a sus acompañantes para que se detuvieran en el sitio y vigilaran desde lejos que nadie más interviniera.

–¿Te sorprende ver una cara nueva? Yo pienso que es más cómodo, ver siempre las mismas caras cansa tanto que dan ganas de vomitar. – Avanzo en el lugar aun antes de su invitación, con un andar lento y con sus ojos cerrados, estaba muy confiado y los nervios era algo que no entraban en su diccionario personal en cambio le gustaba tomar las cosas con mas atrevimiento. –Me comentaron que en este lugar había un lindo mozo que servía buen Té a sus invitados; hablar de trabajo con la garganta seca no es un sinónimo de un buen comienzo Lee Bae. – Abrió uno de sus ojos, mirándolo de reojo mientras sonreía esperando a ver que cumpliera el capricho lo antes posible.

Sin mas siguió adelante, buscando el sofá del lugar para tomar asiento en este como un rey ocupando su trono. Su autoridad estaba en auge, su estado de humor había mejorado, una bonita cara era responsable de todo aquello y una buena corazonada de que todo seria entretenidamente cruel.

“Descarado” no estaba mal si alguien lo llegaba a llamar de esa forma, no es como si pudiera renegarse a ese buen sinónimo de su forma de comportarse; pero le faltaba algo de elegancia sin duda, audaz quizás entraba un poco mejor en su forma de hacer, pero le faltaba aquel toque propio de malicia que tenían sus acciones ¿entonces que palabra podría acomodarse a su forma de actuar? Aquella duda seguía en marcha mientras sin problema alguno se acomodó fácilmente en un sofá cercano a sabiendas de que los ojos ajenos lo estarían siguiendo, como una hermosa estrella en el cielo que solo puede ser observada pero nunca alcanzada. No tuvo intenciones de detenerse, ni siquiera de dignarse a mirar a quien le habían encargado pese a que ese era su trabajo, mientras su propio disfrute estuviera a juego no pararía en hacer que todo girara convenientemente a su favor aun si ello enardecía a los demás.

¿Qué pasaría en caso de que el otro se enojase? Solo me hacía reír con ligereza cuando esa pregunta llegaba con un casual. Había muchas formas de contentar un mal sentimiento, un hombre no es mas que un cumulo de estímulos con los cuales jugar a placer para socavar su propia moral y sentido común.

Pero, aunque sus intenciones buscaban hacerlo tirar de la lengua y hacerlo flaquear en su comportamiento no pudo recibir tal satisfacción, en cambio es como si fuera completamente aceptada sus órdenes con entereza. [i]“¿Enserio va a servirme Té?” aquel hombre cuyo orgullo se levantaba haciendo que los demás lo siguieran sintió la necesidad de observar al contrario desde el sofá que estaba sentado, no solo eso sus palabras parecían tentarlo a que sus ojos lo buscaran tras aquella pregunta. “Ya veo… al menos no es un arrastrado cualquiera, aunque aún no se si llamarlo amabilidad.” Un sentimiento de complacencia cubrió sus expectativas, animado por lo que podría continuar se cruzo de piernas y con una voz calmada respondió a su pregunta. – Me gustan que estén cálido al tacto, con muy buen sabor y pueda disfrutarlo con mi boca hasta el último momento. Claro, hablando de Té ¿verdad? – respondió como si nada, soltando aquello solo para poder obtener algún estimulo del contrario pero su espera era en vano. De fondo pudo escuchar como sus manos ya estaban a la obra con el Té, aun antes de siquiera terminar su conversación.

Respiro profundamente y sus ojos se elevaron lentamente, dejando de enfocarse en si mismo para desviarse con sentimientos mezclados de gusto e impaciencia por tal personaje que tenia que tratar ahora. “Muy audaz para ignorarme de esa forma, no me molestan los chicos distraídos y malos, pero no me ayudara con el trabajo así.” No parecía bajar la guardia, fuera inocente como si fuera sospechoso de algo prefería manejarlos al filo del abismo, sosteniéndolos y haciéndolo ver que solo siguiendo sus órdenes evitarían la caída. –Mis expectativas están donde deberían estar, pero no creo que alguien como tu fuera a dejarlas caer, señor Lee Bae. – Ya el Té estaba servido y los actores frente a frente en aquella sala, no tardo en recibir aquel comentario ajeno que respondió casi al instante sin darle una respuesta a la interrogante. En cambio, únicamente se llevó uno de sus dedos al mechón que caía por su cabeza, jugueteando con su cabello haciendo algo de tiempo muerto solo para demostrarle que hablaría cuando el quisiera. –Mi nombre, si... es normal que preguntes al desconocido que pasa por donde vives y se aprovecha de tu hospitalidad. ¿No crees que sería sumamente malo de esa persona no responderte a algo tan básico? – tras ello simplemente se quedo callado, cumpliendo su papel de ser una horrible persona a la cual sus palabras no se le deberían provocar en vano.

Por suerte parece que la impaciencia empezaba a aparecer, irse directamente al grano del asunto seria muy bueno, pero no jugaría a correr a menos que el mismo lo quisiera simplemente negando con su cabeza al tiempo que se inclino hacia el frente para tomar con su mano la taza que estaba servía a su nombre. –A mí me encanta perder el tiempo, las cosas interesantes solo aparecen cuando te la pasas viendo al mismo lugar por mucho tiempo. – tras decir aquello se llevo la bebida a sus labios, dejando que el liquido cayera gentilmente por su garganta la cual agradecía tal milagro. No estaba mal, le faltaba mucho para acercarse a las hojas de Té mas caras que pudo saborear, pero no siempre podría darse el lujo de jugar con un excéntrico y deprimido coleccionista con muchos ceros libres en su cuenta bancaria; por ello debía aplaudirle, lo hizo bien al primer intento por lo que quizás un leve premio le ayudaría a seguir para darle otra sorpresa. –Pero si quieres hablar de trabajo tan pronto entonces puedo darte el gusto. – Rebusco dentro de su bolsillo un poco, sacando consigo la placa de oficial la cual dejo pronto en la mesa en cambio de la taza.

–Debe ser un dolor tener tan mala suerte de tener que cambiar de Manager tan seguido. No es fácil encontrar a personas capaces para hacer lo que necesitas, por lo que esta vez me encargare de que un ataúd no sea el reemplazo de una carta de renuncia para el próximo que venga. – A diferencia de casos anteriores no podía dejar aquello en oficiales de menor rango, ya llevarse seis decepciones seguidas solo era un golpe al cuerpo policial y buena parte de la credulidad publica recaía en cuidar aquel lindo rostro tan famoso últimamente del contrario. –Mira que hasta debe ser tan molesto todo esto que…– le miro fijamente tras bajar la taza lentamente, no era un simple vistazo sino una verdadera observación general ante el de cabellos verdes. –Pareces perder el miedo a dejar que un desconocido entre a tu casa, aun cuando se hace tan fácil matar a quienes te rodean. – ¿Acaso era costumbre o era confianza? ¿Valentía o tontería? Definir aquellos valores sin duda ayudarían a encaminar este crimen a un buen rumbo para empezar a resolverse, aun así, esperaba que no fuera tan fácil como simplemente hacer eso.

–Tienes suerte que un buen y diligente oficial este ahora a cargo de todo esto para que no lo pases mal. ¿No es para alegrarse? – rompió finalmente su inspección guardando para si sus propios pensamientos, dejando que aquellas palabras salieran de forma relajada y casi de forma tontorrona a breve.  –Si quieres saber que quiero yo, entonces eso sería hablar un buen rato contigo. Quizás hasta pueda darte mi nombre y mi número si eres tan lindo de decirme todo lo que necesito. –

Llegar al lugar, buscar adueñarse de la conversación mientras solo se aseguraba de velar por su propio entretenimiento; en verdad si lo pensaba de nuevo ser un Descarado quizás si le quedaba como anillo al dedo.