Bet you gonna ambush me [Priv. Overlook]

por **Holly Enache** Vie Feb 05, 2021 4:16 am

La mano de Holly se paseó suave por el papel, apenas rozando el borde de la página. Había una expresión delicada en su mirada que vorazmente se tragaba las palabras de aquel libro; esas pestañas largas y tupidas parecían hacer sombra a los cálidos rayos del sol que se colaban por la ventana de la sala de descanso de los doctores. — La chica tiene un serio problema de autoestima. — Pensó en voz alta al suspirar. Era agotador tener que consumir ese tipo de literatura, pero la encontraba terriblemente necesaria para interactuar con otros. Jamás se le habría pasado por la cabeza que alguien podría sentirse mal si le decían “estúpido” o “incompetente” si no lo hubiera leído años atrás en un libro. Se instruía. Era como si tuviera que aprender todo de nuevo, desde cero, porque una cosa era fingir para conseguir algo, pero hacer un hábito de eso y generar una fachada confiable sin huecos era realmente desgastante, una tarea continua. Odiaba la Tierra y sus estúpidos humanos… odiaba sentirse débil, odiaba tener que ser educada y, por sobre todas las cosas, odiaba ayudar a las personas.

— ¡Holly! ¡Qué bueno que te encuentro! — La saludó una de las enfermeras del pabellón de maternidad. — Debo salir temprano del trabajo porque Steve me invitó a cenar… — ¿Por qué me está diciendo esto?, se preguntó la demonio inclinando ligeramente la cabeza de forma involuntaria. — … y me preguntaba si podías ayudarme con algo.

La chica colocó sobre el regazo de Holly unas bolsas con conjuntos de ropa institucional del hospital. Ropa nueva de enfermera para ser exactos. La rubia se paró de la cama en la que estaba leyendo, tirando las bolsas al suelo en el proceso.

— ¡No las tires! — Replicó la joven recogiendo todo con presteza y demasiada agilidad si le preguntaban a ella.

— ¿Qué es esto? — Preguntó lo evidente y se mordió la lengua por semejante torpeza. — Quiero decir, ¿qué quieres que haga con eso? — Se corrigió.

— Necesito que recibas a la nueva enfermera y le enseñes las instalaciones.

— ¿Qué? ¿Por qué yo? — Frunció el ceño mientras la enfermera juntaba las manos de forma caricaturesca. Por lo general le gustaba que le suplicaran, sin embargo aquello no entraba dentro de sus fetiches. — No.

— Te invitaré a comer algo delicioso mañana.

— ¿Crees que tengo el día libre? — Le preguntó aún más enojada que antes. Pero entonces sintió una punzada en la muñeca izquierda donde descansaba esa maldita pulsera encantada y tuvo que comenzar a contar hasta diez. Paciencia. Su castigo se basaba en hacer el ‘bien’, no ser egoísta, y eso incluía no rehuir de nadie que necesitara ayuda.

— No, pero… te vi ahí, leyendo…

Holly suspiró cerrando los ojos mientras se masajeaba la muñeca buscando disminuir el dolor. — Más te vale que sea un festín. — Dijo resignada al tiempo que la joven la abrazaba agradecida. ¿De dónde sacaba la gente tanta energía?

Unos minutos después Holly estaba en recepción, con la bata blanca sobre la típica ropa verde de médico residente y el gafete identificador colgado al cuello, inclinada sobre el mesón descansado gran parte de su peso sobre sus codos mientras mantenía el libro abierto en el capítulo que había quedado. ¿Entonces el comportamiento de Edward Cullen es el típico que tiene un chico enamorado? ¿No sería demasiado asfixiante? Se preguntó, frunciendo ligeramente el ceño, teniendo la certeza de que ella jamás se enamoraría de alguien.

¿Dónde habían quedado las bolsas? Pues eso era algo que ahora mismo Holly no respondería de buenas a primeras.

— ¿Está esperando a alguien, doctora Enache? — Le preguntó por fin un enfermero que la miraba como un niño que babeaba por su dulce favorito. Holly apenas levantó la vista del libro. — A Lydia Overlook. — Contestó sin más, con la esperanza de que al recibir una respuesta directa, y que saciara todas sus dudas, la dejaría en paz.

por **Lydia Overlook** Vie Feb 05, 2021 6:32 pm

Dos días desde que llegó a Rumanía, muchas horas para pensar en todo lo que había pasado ¿se arrepentía? En parte sí, porque eran sus padres pero por otro lado no podía evitar sentirse triunfante, pues había escapado de la protección de ellos. Se había costeado por cuenta propia el viaje y el apartamento. Pequeño, sin mucho lujo, suficiente para ella.

Primer día de trabajo, iría a recoger su uniforme nuevo y visitaría las instalaciones.
Ropa cómoda, un leve maquillaje y muchas ganas de trabajar, todo lo necesario para ese día.

Salió con tiempo, desconocía la ciudad y temía perderse y llegar tarde. Entre eso, y desconociendo el idioma, le costó preguntar por el hospital. Por suerte al escuchar el nombre del mismo, sabían indicarle la dirección mediante señas.

Avistó el hospital a lo lejos, y tratando cruzó la calle, casi siendo atropellada por las prisas. No respiró tranquila hasta haber atravesado las puertas del edificio. Suspiró, llevándose una mano al pecho con gesto de alivio, cerrando los ojos un segundo.

Ladeó la cabeza ¿había escuchado su nombre? En recepción, entre las propias recepcionistas, estaba una doctora rubia. Se acercó, nerviosa, había conocido a todo tipo de doctores y algunos eran un tanto idiotas. Se detuvo justo en frente, y se paró un momento para ver el libro que la doctora estaba leyendo.
Lo había leído hace unos años, por ser una novela adolescente de amor, uno de sus géneros favoritos.

–
Buenos días, creo que esperaba por mí.– Rompió su silencio, sonriendo de la forma más agradable que pudo.– Soy Lydia Overlook, creía que me recibiría otra enfermera hoy. – ¿La jefa de enfermeras quizás? No recordaba el nombre, y en parte agradecía que no fuera ella quién la recibiría, hubiera sido muy violento.

por **Holly Enache** Sáb Feb 06, 2021 3:40 am

Unos mechones rubios se deslizaron por el rostro de la doctora cuando alzó la mirada hacia la mujer que se había acercado al mesón. Su celeste mirada observó con intensidad el brillo en los violáceos iris de la morena, descendiendo con una insospechada lentitud hasta sus labios y esa sonrisa cálida. Era como una tarde de primavera tras un gélido invierno, capaz de retener la atención de los presentes. ¿O quizás fue por su acento inglés?

Holly se irguió cerrando el libro para corresponder a su sonrisa con una igual de amable, tan bien estudiada frente al espejo que sabía incluso que, si se humedecía los labios antes de hablar, la gente escuchaba con mayor detenimiento sus palabras. — Lydia, bienvenida. — Comenzó a hablar en un perfecto inglés, aunque de acento americano. — Soy Holly y me encargaré de tu ingreso al hospital. La enfermera que iba a recibirte hoy… — miró a las recepcionistas y al enfermero que le había hablado antes, temiendo que si se enteraban del chisme luego creerían que ella les podría hacer cualquier favor, por lo que quiso mentir. — …bueno ella… — Se acomodó el cabello tras la oreja sin saber qué decir por primera vez en su existencia. — …no recordó que tenía el turno nocturno y me pidió el favor, lo siento si te decepcioné. — Odiaba parecer buena persona.

— Ellas son Kathy y Melly. — Presentó a las recepcionistas. — Y él es Peter, uno de tus compañeros. — El enfermero estiró la diestra para saludar a Lydia mientras que las mujeres le dedicaron respetuosos saludos con la cabeza antes de seguir contestando llamadas. Holly dio un suave golpe con el libro en el mesón. — Y ésta es recepción. Ven sígueme, vamos al comedor, ¿ya has desayunado? — La demonio percibió el dulzón aroma de Lydia cuando pasó a su lado y le dedicó una enigmática mirada antes de hablar. — Te invito un café.

La paranoia era uno de esos rasgos que había estado creciendo en su interior desde que dictaron sentencia en su contra, y Holly desconfiaba de las personas, incluso de aquellos que buscaban su amistad, sabiendo que cualquiera podría ser el espía que mantenía al tanto a madre de sus acciones. Era incluso más complicado que pasar a través de un lago tras la primera negada, puesto que una muy delgada capa de agua estaría congelada, pero a cada paso se podría escuchar el crujir del hielo junto a la presión del líquido moverse bajo tu peso… esa clase de tensión era constante en su vida.

De forma distraída paseó su pulgar por el grueso del libro mientras caminaba, haciendo que las hojas sonasen sutilmente, acercándolo a su rostro cuando repitió la acción para oler las páginas, dándose gusto a uno de sus placeres ocultos: el aroma a libro nuevo. Le ayudaba a relajarse.

por **Lydia Overlook** Dom Feb 07, 2021 6:01 pm

Negó inmediatamente, negando con la diestra efusivamente, con rostro sorprendido.— No me ha decepcionado en lo más mínimo, le agradezco que tome su tiempo para mostrarme todo.
Y a continuación saludó a las dos mujeres con el mismo gestó que ellas, y estrechó la mano de Peter.— Encantada de conoceros a todos.

Ciertas zonas del hospital no eran un misterio para ella, después de todo siempre estaban ubicadas a la vista. La recepción, los baños, la cafetería, eran lugares frecuentados y fáciles de encontrar, y Lydia hubiera querido pasar más bien a las zonas como radiografía, las habitaciones y demás ubicaciones más complicadas pero no pudo negarse a la idea de ir a la cafetería a tomar algo.— Te lo agradezco mucho pero no tomo café, no me gusta. — ¿Sonaría desconsiderado rechazar su oferta? Bajó la mirada, nerviosa, caminando tras la rubia, esperando que esta no se lo tomará a mal.— Pero me tomaré un té, para acompañarte.

Observó en silencio nuevamente el libro que la doctora cargaba. La mujer no parecía el tipo de público de esa temática, sin embargo no había que juzgar un libro por su tapa, y en esta situación nunca mejor dicho.— ¿Es la primera vez que lo lee? — Se atrevió a preguntar.— Yo lo hice hace unos años, cuando fueron anunciadas las películas. Estas no me gustaron mucho pero pensé "los libros siempre son mejores porque tienen más detalles", y... La premisa sigue siendo un poco tonta pero para los adolescentes es genial.— En verdad se sentía un tanto avergonzada por hablar de Crepúsculo, una saga de novelas y películas para adolescentes con esteriotipos y clichés. Nativos americanos licantropos, vampiros que brillaban como luces de discoteca... Casi prefería quedarse con la imagen más romántica del vampiro. Un hombre caído en desdicha que entrega su alma al Diablo por haberse sentido traicionado por dios.

por **Holly Enache** Vie Feb 19, 2021 11:47 pm

La nueva enfermera tenía un aire bondadoso, especialmente acentuado en esa negativa tan efusiva. Si se trataba de una mentirosa, engañaba mejor que la rubia, puesto que incluso al inicio de su ingreso al hospital había tenido problemas en esconder su oscura esencia. ¿Eso quería decir que no se trataba de una espía? La paranoia se acentuaba en momentos de estrés, incluso cuando dormía la asolaban terribles pesadillas en donde la visitaba madre para cobrárselas con propia mano. Tal vez por eso últimamente el insomnio era recurrente en su nueva vida; y de ahí su dependencia a la cafeína. Había oído rumores que algunos internos para mantenerse despiertos y conseguir la residencia usaban drogas duras… Holly habría deseado ser parte de ese grupo, pero no, obtuvo la residencia sin colocarse ninguna sustancia que pudiera comprometer su estadía en el hospital. ¿La razón? Temía demasiado a madre y las consecuencias que acarrearía otra de sus visitas.

— ¿No te gusta el café? — Miró a Lydia como si de pronto le hubiera salido un tercer ojo en la frente, y en su voz se hacía palpable la sorpresa, no obstante, sonrió con dulzura y asintió. — Té será. — Levantó la carátula del libro para que la enfermera pudiera verla mientras le daba su opinión, para luego mirar la portada ella misma y encogerse de hombros. — Sí, es mi primera vez. — Lo que atrajo su atención fue el detalle de que la idea era tonta, para público ‘adolescente’. — Oh, ya veo… así que a las niñas les gustan los hombres obsesivos y celosos. — Dijo en voz alta, aunque era una conclusión más para sí misma. Tal vez no era un buen libro para investigar lo que significaba ‘el amor’ y estar en una relación.

Holly frunció ligeramente el ceño y tiró el libro en el primer basurero que encontró cuando llegaron al comedor. — ¿Me recomendarías un libro? Pareces tener más experiencia en el tema. — Quiso saber con auténtico interés, mientras se acercaba al lado de la máquina de expreso.

— Doctora Enache, ¿lo mismo de siempre? — Preguntó el chico encargado en rumano y Holly esbozó una sonrisa traviesa.

— Solo si lo preparas tú mismo, Garret. — Respondió con un rumano fluido y miró a Lydia a su lado. — Te presento a la enfermera Overlook, ella va a querer un té de… — se giró hacia la morena — ¿de qué te gustaría el té, Lydia? — Preguntó en inglés. ¿Había hecho mal en consentirla y hablarle en su idioma natal desde el principio?

por **Lydia Overlook** Dom Feb 21, 2021 12:58 pm

Agradeció con una sonrisa la consideración de la doctora. Guardo silencio sorprendida cuando la rubia tiró el libro en la primera papelera que se cruzaron.— Las chicas adolescentes siempre se enamoran de los chicos guapos y famosos. Fantasean con hombres protectores, bruscos y fuertes... Aunque en la vida real eso sería motivo para llamar a la policía. Pero es normal, no hay que darle importancia mientras se mantenga en la ficción. — ¿Quién no había fantaseado con los grandes héroes de la adolescencia? ¿O ese cantante famoso de turno? Ella misma había pasado por esa etapa.— Déjame pensar... Depende mucho del género. Sí todavía no has leído los de Sherlock Holmes, te los recomiendo, como contratarte soy también fan de Arsene Lupin, el caballero ladrón. Pero si buscas alguna novela de romance, puedes leer orgullo y prejuicio, o Les misérables, un drama con tintes románticos. — Obras famosas que quizás ya había leído pero igualmente recomendaría.

El chico de la cafetería habló directamente con la doctora, o eso consiguió adivinar al escuchar el apellido de la misma. Segundos después escuchó su propio apellido, y por inercia saludó creyendo que la estaban presentando. Casi había olvidado que estaba en Rumanía, la doctora había estado hablando en inglés con ella todo el rato.— Té de frutos rojos, por favor. — Respondió un tanto avergonzada.— Doctora Enache, veo que habla usted rumano perfectamente pero me ha estado hablando en inglés... es impresionante. Usted tampoco es originaria de aquí ¿o me equivoco?— Esperaba no sonar impertinente pero de verdad tenía curiosidad por saber. Quisiera o no tendría que acostumbrarse rápido al rumano o no podría hacer bien su trabajo. Una enfermera que no sabe lo que quiere o necesita el paciente o el doctor a cargo no era muy útil que se dijera. Con suerte tal vez la doctora podría ayudar en ese pequeño problema.

por **Holly Enache** Mar Feb 23, 2021 4:44 pm

La idea de que las jovencitas estuvieran tan perturbadas en el ámbito emocional que caían ante gente tóxica o dañada psicológicamente no le resultaba desagradable, tan solo que no necesitaba de un libro para saber lo que significaba la manipulación o la posesividad, pero sí deseaba conocer cuál era el límite de lo que parecía ‘normal’ y lo que era ‘peligroso’. Por cuenta propia no lo reconocía y para ella era lo mismo pegar a alguien que besarla, no había una diferencia, mucho menos si ambas se encontraran inmersas entre sábanas. ¿Retorcido? Para una criatura que siempre había vivido en medio de ambientes nocivos y faltos de ética, Holly se había adaptado relativamente rápido a la moralidad mundana.

Cuando la sobrevivencia estaba en juego, era increíble las cosas que se podían llegar a hacer o transar.

Quizás esa parte de ella que le fascinaba jugar con otros le daba un aire más relajado e inocente del que debería, sin embargo, necesitaba ser prudente y no sobresalir. — Me quedaré con el drama. — Sonrió, a sabiendas que disfrutaría del sufrimiento de otros, aunque fuera escrito, ya había probado lo agradable que resultaba ver películas gore, y la idea del sufrimiento en alguien más le seducía sobremanera.

— Frutos rojos, así que eres dulce. — Le dijo a Lydia, acercando su hombro para chocarlo muy suavemente contra el de ella, apenas si fue un roce, pero le daba un aire juguetón, casi íntimo, como si compartieran una broma. — Té de frutos rojos, Garret. E inclúyenos dos sándwich de guacamole, queso y albahaca. Con tomates cherry en un costado. ¿Tienes los cherry rellenos de atún?

— No, doctora, se acabaron. ¿Rebanadas integrales? — Preguntó Garret mientras Holly volvía su atención a la enfermera aunque le respondió al chico.

— Sí, por favor. — La rubia se mordió ligeramente el labio. Era cierto, tendría que poner acento rumano a su inglés americano, pero los idiomas le resultaban extremadamente sencillos por su naturaleza demoniaca. Incluso podía entender un dialecto que nunca hubiera escuchado antes y reproducirlo con soltura. Aunque se preguntaba si ahora con la pulsera podría hacerlo, a fin de cuentas esa estúpida pulsera inhibía sus poderes. Quizás ya no podría hablar en un idioma que no hubiera hablado antes. — Nací en Bucarest — mintió, pero al menos eso decían sus papeles de nacionalidad —, así que el rumano es mi lengua materna. Cuando era niña mi madre me llevaba a sus negocios internacionales y estuve de intercambio en varios colegios. — O algo así, pensó, ya que nunca tuvo una vida estudiantil como la tendría cualquier crío humano. — ¿Tú sabes rumano? Lamento no habértelo preguntado antes y hablarte así, quizás prefieras que cambiemos el idioma.

Por una razón en específico no quería que la enfermera se sintiera incómoda con su presencia. No todavía. Lo esencial era dar una buena primera impresión, luego daba igual cómo trataras al resto porque la gente estúpidamente seguía pensando en esa primera vez, como si realmente importara eso en el futuro. Holly había aprendido demasiado rápido a menospreciar a otros y subestimar su inteligencia, de ahí que se sintiera con la capacidad de engañar a todos. ¿Soberbia? No, lo siguiente.

por **Lydia Overlook** Dom Feb 28, 2021 6:49 pm

— ¿Usted cree? Mis padres decían lo mismo, que soy dulce ¡Pero recuerda! Si comes mucho dulce tus dientes enfermaran.— Siguió con la broma de la doctora con una gran sonrisa, levemente sonrojada, no era propio de ella. La doctora era agradable, eso fue la impresión de la enfermera.

Esperó pacientemente a qué la doctora terminará de charlar con el chico que las atendía. Logró entender algunas palabras, las más fáciles para ella. Tendría que acostumbrarse rápido o tendría algún problema.— Vaya, debes de haber estado en muchos lugares y muy interesantes. Y lamento la pregunta, por tus rasgos pensé que no eras de aquí, pensé que las personas de aquí eran en su mayoría castaños o morenos, no rubios.— Una afirmación atrevida por su parte, sin embargo era la lógica para ella.

— Si te soy sincera, no lo entiendo del todo. Escogí Bucarest cómo destino de trabajo por inercia. Estudié el idioma pocos meses antes de mudarme, para ir adaptándome. Sigo estudiando el idioma todos los días, y lo bueno es que puedo practicar con los nativos de aquí. De todos modos, agradezco su atención Doctora Enache.— Le dedicó otra sonrisa, ladeando la cabeza ligeramente.— ¡Oh! Le agradecería que me ayudará con el idioma, si no le importa.— ¿Quizás era muy pronto para esa petición? La doctora conocía ambos idiomas, y desde que llegó no se había cruzado con nadie más así.— Desde que llegué no he conocido a nadie más que hable mi idioma, hasta me costó encontrar el hospital, soy un desastre andante.— Era su modo de disculparse, cerrando los ojos y bajando la cabeza, avergonzada.— Entendería perfectamente si se reusa a ayudarme, seguramente una mujer como usted debe estar muy ocupada con el tema del trabajo... De por sí, debo agradecerle que se haya tomado su tiempo para enseñarme el hospital.

por **Holly Enache** Mar Mar 09, 2021 8:45 pm

Holly parpadeó un par de veces abstraída por la broma que hizo la enfermera a su lado y luego soltó una carcajada. — Estoy segura que cualquiera querría que sus dientes enfermaran si tú fueras el dulce. — Su voz bajó una tonalidad al decir aquel comentario sugerente para luego distraerse con un botón de su bata, recordándose que no debía coquetear con el personal médico, menos si apenas la conocía. ¿Podría reportarla? ¿Quedaría en su expediente como acoso? ¿Madre lo sabría? Un pequeño escalofrío recorrió su espalda, deseando no haber pensado directamente en madre y en sus múltiples formas de castigarla.

— Nunca tan interesantes como Bucarest. — Mintió, volviendo a centrar su mirada en ella. La veía feliz… y tuvo la tentación de hacerla llorar. Sería agradable ver lágrimas en su rostro mientras suplicaba y se preguntó qué tan anhelante timbre de voz provocaría alguien como ella al ser ultrajada… — No te disculpes, querida, no es la primera vez que me lo mencionan.

Tuvo que apartar la vista de ella para dejar ir esos insinuantes deseos que más temprano que tarde provocarían un castigo. Ser prudente y comedida era de las cosas más difíciles que había hecho en su vida.

— ¿Ayudarte? — Sonrió con dulzura, atusando su cabello antes de cruzarse de brazos. Por primera vez estaba contenta de que alguien pidiera su ayuda, ya que sería la excusa perfecta para pasar tiempo con ella. Por la postura que había adquirido la morena parecía que Holly la estaba regañando y eso le preocupó. — Descuida, no hay problema, ¡claro que me gustaría ayudarte! Además, tienes un acento hermoso. — Remarcó, tocando con la punta de su índice la nariz de Lydia. — Siempre admiré de alguna forma el acento inglés. — Se acercó al mesón de Garret para recibir la orden, y dar propina. Despidiéndose del hombre con un comentario que le hizo sacar una carcajada al contrario. — Bien, vamos, espero no seas alérgica al guacamole. — Comentó con la bandeja entre sus manos mientras caminaba hacia una mesa desocupada.

Llegando a una, dejó la bandeja, le entregó un vaso de papel con té rojo a Lydia y un plato con un sándwich de aspecto exquisito que estaba partido a la mitad con tomates cherry a un costado, para luego sentarse y sacar de la bandeja su café negro y su propio plato, exactamente igual al de la enfermera.

— No te enojes conmigo por haber decidido por ti, ¿sí?. Los sándwich de Garret son una delicia. — Estaba hambrienta, le había tocado guardia y necesitaba reponer energías, así que lo primero que hizo fue tomar un trago de su café. Estaba amargo e hirviendo, justo como le gustaba. — Si quieres cuando termines tu turno podemos salir a tomar algo y te enseño la ciudad. — ¿Había sido demasiado atrevida al pedirle salir? Quizás, no obstante, quería saber hasta qué punto podía jugar con ella, aunque más importante: — Por cierto, comentaste que habías escogido esta ciudad por inercia, ¿no te dijo nada tu pareja, amigos o familia? O eres una aventurera y te gusta lo desconocido.

Tomó una de las mitades de su sándwich entre sus manos y le dio un bocado saliéndose un poco de guacamole por un extremo.

por **Lydia Overlook** Sáb Mar 13, 2021 11:33 am

— ¿De verdad? Muchas gracias Doctora Enache.— Echó una suave risilla, divertida por la acción de la rubia.— ¿Usted cree? Algunas personas creen que nuestro inglés y acento son muy remilgados, muy diferente al de los Estadounidenses, que suelen tosco y vulgar. — No pretendía menospreciar el inglés americano, ni mucho menos creerse mejor, sin embargo había escuchado más de una vez que los americanos hablaban de un forma vulgar, acortando palabras continuamente para abreviar lo máximo posible.

Siguió a la doctora hasta la mesa, observando fascinada el sandwich que la doctora había escogido para ella.— No se preocupe, tiene una pinta deliciosa. Nunca he probado el guacamole.— Imitó a la doctora, bebiendo del té que había pedido. Disfrutó del dulce sabor y la calidez de la bebida.— Que gusto...— La propuesta de Holly la pilló por sorpresa pero no le desagradó en absoluto, al contrario, eso le ayudaría mucho.— ¡Por supuesto! Me gusta la idea, me puedes mostrar la ciudad mientras nos divertidos un poco.— Lydia no veía segundas intenciones ni malicia en la contraria, sólo pensaba en pasarlo bien y hacer una nueva amiga en la ciudad.

Tomó una de las mitades del sandwich para darle un mordisco, un poco insegura ya que no sabía si le gustaría. Masticó y saboreo, y se sorprendió al descubrir que estaba delicioso.— ¡Riquísimo! Tienes razón, Garret hace unos sándwiches deliciosos. — Dio otro mordisco más, contenta, disfrutando del momento. Tragó y luego bebió un poco más del té. La pregunta de Holly había tocado en un tema delicado.— No tengo pareja, tampoco muchos amigos y mis padres... se negaron en rotundo. Ellos también trabajan en un hospital, mi padre es médico y mi madre enfermera, como yo. Básicamente he seguido la tradición familiar pero... me cansé de tener siempre que obedecerles y que fueran tan sobreprotectores conmigo. — Confesó con cierto aire nostálgico. Seguían siendo sus padres y los extrañaba, sin embargo disfrutaba también de la libertad.— Cuidado, se te escapa.— Señaló el guacamole que se le escurría por el sandwich.

por **Holly Enache** Lun Mar 15, 2021 4:53 am

Le pareció peculiar la forma en la que se refirió al acento americano, puesto que ella misma utilizaba ese acento, en lo personal le resultó más cómodo y rápido de aprender, por lo que fue el primero que absorbió con sus poderes de demonio, así como puede reproducir el español de Latinoamérica y no el de España, por ejemplo. Asintió para sí, pensativa, sonriéndole a su vez por ese entusiasmo en la respuesta que le había dado, no era de extrañar que los mortales sufrieran tantas penurias si eran así de confiados con desconocidos. No negaría, a su vez, que esa cualidad le resultaba atractiva ya que simplificaba en demasía su trabajo para acercarse a alguien. Nadie solía dudar de una agradable sonrisa…

Así que quieres que nos divirtamos, pensó juguetona, siguiendo el hilo de sus pensamientos, dándole esa primera impresión de que Lydia era demasiado inocente. O tal vez el hecho de que fuera una mujer no daba pie a que sus intenciones se malinterpretaran.

Guardó aquella idea para saborearla después, deleitándose con esa primera mordida que había sido la gloria, reteniendo en su mente la valiosa información que le daba sobre su vida personal. Era la víctima perfecta: sola, sin muchos conocimientos del idioma, en un país diferente, y sin nadie cercano que le diera un buen consejo sobre relaciones abusivas. El primer paso siempre era el más complicado, crear un lazo de dependencia, aunque por el trabajo y que pasarían tiempo juntas mientras le enseñara rumano, podría solventarlo. Oh, un nuevo juguete, justo entre sus garras.

Dio otra mordida al sándwich y el poco de guacamole que se había asomado terminó por caerse al plato. — Oh vaya, soy un desastre comiendo. — Se sonrió, estirando la mano para darle una suave caricia en el brazo. — Has hecho bien en independizarte, eres valiente, yo también tengo problemas con mi madre de cuando en cuando, algo muy parecido a tu caso. Nunca estoy a la altura de sus expectativas. — Tomó el vaso con el café y bebió otro poco, antes de llevarse a la boca un tomate cherry.

Fue entonces que su móvil sonó y Holly contestó de inmediato, sin siquiera excusarse. — ¿Sí? — Miró a Lydia y luego al plato con su sándwich. — Voy de inmediato. — Colgó y atusó su cabello, guardando su celular en el bolsillo de su bata de médico. — Muy bien, me necesitan en urgencias. — Dicho esto, tragó de un tirón lo último que le quedaba de café, quemándose ligeramente la lengua, para luego pegar dos bocados grandes al sándwich y terminarse esa mitad. — Fen, famof. — Quiso decir «ven, vamos», levantándose medio masticando y medio tragando, haciéndole señas a Garret desde lejos para que se hiciera cargo de la bandeja y tomó la muñeca de la enfermera. — Debemos vestirte. — Comentó luego de tragar como correspondía, iniciando un ligero trote hacia los vestidores de enfermería, prácticamente arrastrándola con ella. — Aquí, aquí. — Rebuscó en el bolsillo de su bata y le entregó una llave con el número de un casillero. — Te espero en urgencias. — Fue lo último que dijo antes de perderse por el pasillo con un trote más rápido.

por **Lydia Overlook** Dom Mar 21, 2021 5:19 pm

La agradable conversación había logrado que olvidara por un segundo que se encontraba en su nuevo puesto de trabajo. Fue la doctora Enache y su teléfono quienes le hicieron recordar donde estaba. Con la misma seriedad que la rubia, Lydia terminó de beber el vaso de té y dio un último mordisco al sándwich antes de ser arrastrada. No opuso Resistencia, entendía la seriedad de la situación. Tomó la llave y sin mediar palabra, despidiéndose con un gesto de cabeza, entró en los vestuarios.

Buscó el casillero con el número correspondiente de la llave. Una vez localizado, lo abrió y dejó la bolsa que le había entregado Holly. Sacó del interior el uniforme del hospital. Casi todos eran iguales, salvando pequeñas diferencias. No tardó mucho en cambiarse, guardando su ropa informal en el casillero para luego cerrarlo y marcharse de los vestuarios.

Atravesó la zona casi corriendo, no queriendo hacer esperar a la doctora. Si la llamada había sido urgente, la situación debía ser complicada allí en urgencias ¿algún accidente grave? Había estado en muchas situaciones de urgencias, no era una novata, sin embargo al ser su primera vez en aquel hospital era como empezar de nuevo.

Buscó a la rubia en urgencias. Estaba abarrotada, como de costumbre. Enfermos, pequeños accidentados, drogadictos que buscaban una excusa para conseguir drogas legales... Lo normal en todo hospital.—¿Dónde está la doctora Enache?— La recepcionista le indicó que se encontraba en los boxes, con los paciencientes más delicados. Pasó por la puerta que indicaba "sólo personal autorizado", la zona boxes.— ¡Doctora Enache, ya estoy aquí!— Exclamó acercándose a la rubia una vez la localizó.— ¿Qué necesita?— Su trabajo como enfermera era ayudar a los pacientes y doctores en todo lo necesario, así que esperó ahí de pie las órdenes de Holly. Su primer día seguramente sería muy ajetreado.

por **Holly Enache** Jue Mar 25, 2021 9:42 pm

Un fuerte dolor cruzó su sien, como si alguien le hubiera dado un golpe seco con un palo en la cabeza. ¿La razón? Estaba prácticamente corriendo a Urgencias, y eso implicaba un esfuerzo extra que no involucraba salvar el culo. Técnicamente no le pasaría nada mientras mantuviera con vida a los pacientes, es decir, si alguien quedara con la columna destrozada y necesitara una sonda de por vida para poder mear tras un accidente, ¿qué más daba llegar unos minutos tarde?

Holly cuadró la mandíbula y aguantó el dolor sin disminuir el ritmo del trote, llegando a Urgencias ligeramente mareada por el dolor y con la respiración agitada. — ¿Monique? — Se acercó a la jefa en turno de Urgencias, tal vez con unos tonos demasiado cercanos para un horario laboral, pero la castaña no dijo nada al respecto sino más bien pareció complacida de ver a la demonio con sus rubios cabellos despeinados por el trote y esa respiración entrecortada.

— Holly, encárgate del módulo dos. — Comentó con tonos tranquilos, cosa que de alguna forma molestó a la ojiazul. ¿Para qué la había llamado tan urgente? ¿Podría haberse terminado su sándwich entonces? Monique por su parte sonrió al notar la ligera confusión en las facciones de Enache, que por lo general enseñaban un escudo estoico. — Y hazme el favor de arreglarte un poco, — bajó el volumen para que solo ella pudiera oírla — …o no podré contenerme…

La rubia tragó de forma audible mientras daba un par de pasos atrás y peinaba sus cabellos usando sus dedos. Precavida. No podía darse el lujo de tener un lío de faldas en el trabajo, y por supuesto, no habría pasado la noche con Monique de haber sabido que actuaría de forma tan desvergonzada en la jornada… Tendría que dejar de coquetear con el personal de ahora en adelante. Solo por precaución.

Se acercó al módulo dos, dándole de golpe el hedor a alcohol en la cara. — ¿Qué tenemos aquí? — Preguntó al enfermero a su lado que estaba conectando al paciente al monitor de signos vitales. Aprovechó entonces de desinfectarse las manos y ponerse guantes.

— Hombre de treinta y cinco años en estado inconsciente por consumo de alcohol — comenzó a recitar a la doctora —, presenta convulsiones constantes y la saturación de oxígeno disminuyó.

— ¿Presión? — Se acercó al rostro del paciente para medir la contracción en las pupilas del hombre con su pequeña linterna de bolsillo que tenía la forma de un bolígrafo.

— Ciento sesenta sobre cien. — Respondió el enfermero, notablemente nervioso, aunque entonces apareció en escena Lydia. El chico se calló y se ruborizó, algo que hizo a la demonio desviar la vista hacia la enfermera, abriendo la boca, sorprendida, de grata forma, por cómo le quedaba el uniforme.

En la camilla el hombre comenzó otra vez a presentar una ligera convulsión, atrayendo la atención de todos, y el enfermero lo tomó de los hombros para detener el movimiento involuntario del paciente.

— La mascarilla no funcionará si se resiste. — Dijo más para sí misma que para los enfermeros presentes. — Hay que intubarlo. Enfermera, prepare el laringoscopio. — Dio la orden a Lydia.

por **Lydia Overlook** Sáb Abr 03, 2021 10:23 pm

Con la urgencia con la que Holly se marchó pensó que se encontraría con una situación más complicada, sin embargo el olor a alcohol que le llegó nada más entrar le indicó lo contrario. La escena le era familiar, en todos lados habían borrachos que bebían hasta caer inconscientes, poniendo sus vidas en peligro por un bebido de efecto lento. Casi suspiró de alivio, al menos no era tan grave. Se apresuró más de la cuenta en darlo por hecho.

El paciente comenzó a convulsionar. Casi por inercia, Lydia se movió hacia uno de los cajones donde se guardaba el material médico. Sacó del interior el laringoscopio. Primero que nada lo examinó, procurando que se abriera y cerrada correctamente y la luz funcionara bien.— Aquí tiene doctora.— Le entregó el instrumento médico, para acto seguido ayudar a su compañero a sostener al hombre, facilitando el trabajo de la doctora. Alzó la vista para ver el aparato, comprobando el estado del paciente. La saturación de aire bajaba demasiado rápido.— Doctora, la saturación del aire está bajando... Ahora mismo está en setenta y cinco.— Examinó al paciente con la mirada. Tal vez fuera la experiencia o la suerte pero notó como la punta de los dedos del paciente se volvían blancos.— No hay llenado capilar, la sangre no está llegando.— El paciente dio un brusco espasmo, que apartó tanto a Lydia como al otro enfermero. El paciente se incorporó a duras penas, justo en el momento para vomitar sobre la doctora Enache. Lydia soltó una exclamacion de sorpresa y asco, llevándose las manos a la boca.— Dios santo.— Se apresuró a empujar al hombre de nuevo para recostarlo en la camilla.— Sostenlo, tendremos que ponerle las correas.— Ordenó al enfermero. Mientras él lo mantenía recostado, Lydia le puso ls correas de cuero en manos y pies, al menos así evitaría que se levantara de nuevo.— Doctora Enache, rápido, hay que entubarlo.

por **Holly Enache** Jue Abr 15, 2021 7:02 pm

En ese tipo de situaciones actuar rápido ameritaba concentrarse el doble, y un solo error podía llevar a la negligencia más aberrante cuyo único resultado sería un castigo por parte de madre. Cada una de sus acciones llevaban a lo mismo: al castigo, al miedo, al verse envuelta en la más absoluta toxicidad que la comprimía. Los mortales solían llamarlo estrés, o ansiedad, Holly la conocía como muerte; no una definitiva, era lenta, y no se detenía, consumiendo su energía de una forma en la que ni siquiera durmiendo lograba sentirse relajada. Debía hacer un buen trabajo, debía ser buena todo el tiempo, debía preocuparse por otros…

— Gracias. — Dijo a Lydia, tomando el laringoscopio mientras buscaba acomodar la cabeza del paciente con su otra mano. Lo necesitaba más quieto, qué pasaba si no lograba meter bien la cánula y perforaba la tráquea en el proceso. Suspiró, abriendo la boca del hombre, comenzando con el procedimiento, aunque el paciente tosió y Holly sacó las palas del instrumento.

— Todavía hay reflejo faríngeo — Comentó el otro enfermero, provocando que la demonio frunciera el ceño por ese comentario. Le molestaban los comentarios redundantes que eran obvios a simple vista y que no aportaban absolutamente nada… aunque bueno, actualmente todo solía mosquearla sin esfuerzo.

— Pero muy poco, si se obstruyen las vías aéreas será un desastre. — Volvió a abrir la boca del maldito borracho de mierda. — Debemos intubar para evitar neumonía. — Si llegaba algún tipo de secreción de la garganta o nariz por los espasmos hasta los pulmones, podrían infectarse con suma facilidad.

Asintió a los datos de Lydia, si el paciente seguía así, lo perderían. ¿Cómo algo tan simple podía complicarse tanto? — Creo que tiene algo en la garganta… — Iba a tomar las tijeras de tenazas cuando el desgraciado se incorporó lo suficiente para vomitarle encima.

Holly cuadró la quijada, soportando el hedor ácido combinado con el amargor del licor que había ingerido. Lo odiaba, quería matarlo, no dejarlo morir, simplemente tomar el laringoscopio y metérselo por el ojo una y otra vez hasta que el chapoteo que creara la sangre se uniera al sonido de su cráneo al romperse… Suspiró. Debía mantener la calma, centrarse en ayudarlo. Un fuerte dolor de cabeza traspasó su sien, obligándola a cerrar los ojos por un momento. Se estaba enfocando en las cosas positivas, como que al menos le había manchado la ropa y no los brazos, ni las manos, o los instrumentos médicos, y eso había provocado que un simple dolor de cabeza -de los que casi ya estaba acostumbrada- se transformara en una migraña monumental. No, no podía desvanecerse, dejar al paciente, salir corriendo.

— Sí. — Respondió a Lydia, metiéndole el laringoscopio por la garganta junto con las tijeras de tenaza para sacar un trozo de cola de camarón de la garganta del malnacido.

— ¡Es muy tarde doctora! ¡Hay que preparar una cricotirotomía! — El jodido enfermero de los cojones la estaba molestando de nuevo.

— No. — Dijo de forma contundente y que no permitía réplica, mientras tomaba una cánula de siete coma cinco para introducirla en el paciente siguiendo el camino del laringoscopio. Con meticulosidad y sin pausa preparó y conectó la sonda al respirador para suministrar oxígeno. — Escúchame, y escúchame atentamente porque no lo repetiré. — Se estaba cercando al enfermero. — Estas personas son mi responsabilidad, no los haré pasar por un procedimiento que les deje marcados de por vida si puedo evitarlo, y diablos, puedo evitarlo. — El dolor de cabeza aumentaba. Era cierto, podría haberle cortado la garganta con una cricotirotomía, le habría salvado igual, y podría haberle visto la sangre al menos, quizás vengándose de alguna forma por el vómito… dejarle marcado era una idea demasiado sensual como para evitarla, sin embargo, un doctor que se preciara buscaría ayudar a su paciente, no el camino fácil. — Vuelve a tus labores.

Se giró a Lydia entonces. — ¿Cómo va la saturación de oxígeno? — Ahora podría preocuparse de las convulsiones. — Suministra suero al treinta porciento de glucosa y quinientos milígramos de carbamazepina. — El hedor a vómito la estaba hostigando. — Iré a ducharme, te encargo su cuidado.