Nocturne | Priv. Jake

por **Lazarus Kalevi** Jue Abr 15, 2021 3:19 pm

Pasada la medianoche,
sobre las brillantes luces de la ciudad
que no lograban opacar las estrellas,
coincidí con Jake

Nocturne
"Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, ¡Embriáguense, embriáguense sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense."

—Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía.
Soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía...—

— Sueño-Soñaba, ¿no es eso redundante? —Preguntó divertida la camarera al interrumpir al pelirrojo recostado sobre su regazo.

Escondidos de ojos indiscretos en la azotea del diminuto bar, Lazarus había abandonado su distante mascarada para acurrucarse en el blanco sofá mientras permitía que su querida amiga jugara con sus largos mechones de cabello rojizo, torciendolos y trenzandolos a placer.

—No.— Contestó el Kalevi al abrir los ojos y dedicarle una mirada ligeramente ofendida, que perdía mucho efecto al estar en esa posición— Es un recurso litera...— Intentó explicar antes de que ella le interrumpiera nuevamente.

—Además, no es "soñito", sino "sueñito". ¿Bebiste algo hoy aparte del alcohol? Suelen ser tres botellas minimo antes de que empieces a hablar gracioso— Informó la chica con una sonrisa conocedora.

Incapaz de aceptar condenarse por su propia boca, el vampiro rehusó la mirada de la joven y fingió examinar la noche estrellada con gesto profundo. Aún así, resultaba curioso que incluso con la ausencia de un rubor que le delatara, el mero temblor de sus pestañas y mohín en sus labios, indicara claramente la sensación de vergüenza que trataba de ocultar. —Soñito es la palabra adecuada en el poema.—Rebatió todavía, aunque con mucho menos fervor del que normalmente pondría. —Ustedes cambian los lenguajes todo el tiempo—

La divertida risa de la chica inundó la estancia hasta que fue interrumpida por el sonido de una alarma.

—Mi descanso terminó. — Anunció la joven al revisar el celular y sentirlo levantarse.—Pero salgo en dos horas, ¿me esperarás aquí para ir a cenar luego?— Preguntó al ponerse de pie y acomodarse el mandil.

Cuando lo vio asentir y recargarse en el respaldo del sofá, la chica le dedicó una ultima sonrisa cariñosa antes de sacar una cajita del bolsillo de su delantal y depositarla sobre la mesa, junto a la botella. —Consegui esto para ti cuando fui a casa por las vacaciones, espero te guste.— Explicó al darse la vuelta y bajar a toda prisa las escaleras, sin molestarse en esperar una respuesta.

Mirando el pequeño cuadrito de madera labrada, Lazarus empujó la tapa con suavidad y una conocida melodía comenzó a reproducirse.

Melodía:

A pesar de que el tamaño del objeto no superaba el de una cajetilla de cigarros, el sonido resultaba tan fuerte y claro qué era imposible ocultarlo incluso con la música del piso de abajo.

Absorto por el encanto de la composición, al pelirrojo le tomó casi un minuto entero el darse cuenta de que ya no estaba solo en la azotea

Tomando la caja con brusquedad, como si quisiese ocultar algo que le resultaba querido y doloroso, cerró la mano sobre ella e inclinó levemente la cabeza en gesto de reconocimiento al recién llegado. Demasiado entretenido con su donante, y luego con la cajita musical, ignoraba cuanto tiempo llevaba allí, pero suponía que lo más educado que podía hacer era saludar aunque fuese tarde. —Buenas noches.—

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por **Jake Pendragon** Vie Abr 16, 2021 11:04 am

Stardust

Algún lugar en la noche
Lazarus

El cielo había estado amenazante de lluvia todo el día, grandes nubes grises tapaban el cielo, y suaves truenos se habían escuchado en la lejanía. Y de alguna forma, en las últimas horas de luz del día, habían terminado desapareciendo las últimas nubes sobre la ciudad.

Sin duda el día había acompañado el estado de ánimo del rubio, apagado y casi melancólico, puede que incluso ligeramente enfadado. No había mucho que pudiera hacer en los días así, pocas cosas le aligeraban el ánimo. Así que, aprovechando el poco tránsito de gente en su tienda, la cerró y salió a dar un tumbo por la ciudad antes de que las nubes se terminaran de disipar, permitiéndole ver el atardecer entre los edificios.

Ante aquello, no dudó un minuto en dejarse llevar por el gusto de hacerlo y, escondido de los pocos transeúntes de Bucarest, se permitió desplegar sus alas y alzar el vuelo. El viento frío en la cara, la visión de los colores cambiantes del atardecer… Aquello era lo que necesitaba para alcanzar la tranquilidad, ni que fuera por unos momentos.

No estaba seguro de cuanto tiempo llevaba sobrevolando la ciudad, pero una melodía suave y dulce le sacó de sus pensamientos y le atrajo, como la luz a los mosquitos. Se paró en la azotea y se quedó sentado en la barandilla con agilidad. En ningún momento quiso molestar a quien estaba allí, pero cuando la música misma se acabó de forma repentina, miró de donde provenía, encontrándose con aquel.

—Oh… Disculpe, no quería interrumpir.— Le saludó con la cabeza, que en ese momento estaba llena de plumas, que no tardaron en desaparecer de su rostro y brazos, al igual que las halas. Eso sí, se quedó sentado en la barandilla, admirando el cielo. —Podría… ¿Podría volver a ponerla? Era realmente dulce.— Le pidió, casi con timidez, entrecerrando los ojos.

—Al final vamos a poder ver la luna esta noche ¿Sabe que la luna llena es hoy?— Se inclinó un poco hacia atrás, agarrando la baranda con las manos para apoyarse en la misma. —El día de más poder del mes, realmente… Puede sentirse en el ambiente.— Las luces que colgaban de las paredes e iluminaban el lugar, parecieron atenuarse un poco, dando un tono un poco más cálido.

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