Night Cure {Priv. Aren Davis}

¿Cansada? No, más bien, exhausta, moribunda, agotada, no exageraría diciendo que apenas podía sostenerse a si misma. Su cuerpo no daba más de si, pero al fin había conseguido dos días libres, seguramente el primero se lo pasaría metida en la cama recuperando horas de sueño y dándole a su alma y su cuerpo un merecido descanso. La vida en el hospital era ajetreada y demasiado complicada, había tenido de todo aquella semana, un niño secuestrado y apaleado por una mafia, la misma mafia que posteriormente había dado una paliza al policía que había rescatado al niño. Había discutido con Ezyel, otra vez, cosa que últimamente no era extraña aunque estaba empezado a cansarse de tanta pelea y discusión absurda. Por si fuera poco, aquel incidente con el maltratador borracho mientras atendía al paciente que casi le saca los dientes de un rodillazo había rematado la faena.

Definitivamente necesitaba descansar, olvidarse de los problemas cotidianos y no hacer nada, nada más que disfrutar del ratito de soledad en casa. No obstante, el destino no quería que la pediatra encontrara descanso, la llamaron del hospital. Necesitaban que volviera cuanto antes para hacerse cargo de un turno de urgencias. Al parecer el médico encargado de aquel turno había sufrido un accidente y no iba a poder presentarse en su horario. La pediatra frunció el ceño, respiro hondo un par de veces y después intento no gritarle por teléfono a quien le estaba hablando por la otra línea.

No entendía por que no contrataban a alguien mas. Serena estaba agotada y no era bueno que un médico estuviera exhausto en su trabajo. Aún así no le quedo más remedio que aceptar, no podía permitirse el lujo de dejar a los pacientes sin atender. Si ocurría alguna desgracia por su negativa no podría tener la conciencia tranquila después. Solo esperaba que aquella noche fuera tranquila y no le viniera una cantidad indecente de gente a urgencias. Suspirando se preparo, se dio una ducha larga y calentita, después ceno algo y con un termo bien lleno de café fue hasta el hospital para iniciar nuevamente el interminable turno de noche.

— Juro por lo más sagrado que pienso coger una semana de vacaciones en cuanto esto termine —definitivamente lo necesitaba, necesitaba descansar y sinceramente unos días libres le vendrían de maravilla. Ya que estaba allí y que por el momento parecía estar todo tranquilo se dispuso a revisar los informes de los niños que estaban a su cargo en el hospital. Parecía que todos estaban mas o menos estables y eso era algo que a ella la hacía muy feliz. Aquellos niños eran sin duda lo que la hacía levantarse cada mañana para trabajar con una sonrisa y con alegría, animarlos y saber que poco a poco iban a recuperarse y salir adelante. Eran unos completos campeones y con esa idea en mente continuó con su trabajo mientras las horas nocturnas iban pasando incansables.

Gritos, chillidos, un gran alboroto que inundaban todas las calles. Un día más en la ciudad, un día más en aquel trabajo de locos.- ¡Davis a la derecha! - Agacharse, apartar el cuerpo de la trayectoria de una bala, desaparecer entre las sombras y comenzar de nuevo.

Es un proceso repetitivo, es un proceso que no le gusta, pero es terriblemente necesario y no puede evitar ayudar en todos y cada uno de aquellos momentos. Cuando le habían dado el trabajo más sucio de la unidad para atrapar a un traficante de personas simplemente se había metido de cabeza, como siempre. Callado, serio y tranquilo, como si aquello no le afectara en realidad, pero no vamos a hablar demasiado de ello.

Sus sentimientos son una cosa que sus compañeros no comprenden ni entienden, pero saben y pueden decir tranquilamente que Aren Davis es como un gigante amable. Con su metro noventa, su cuerpo ancho y esa sonrisa que solo sale ante las criaturas pequeñas, adorables y tranquilas. Un gesto siempre tranquilo y un pulso firme e inquebrantable.

Por eso tal vez era tan buen agente, era un experto en lidiar con la peor basura del mundo sin que eso rompiera todos y cada uno de sus nervios.

Vuelve a la realidad, tras la marea de balas, explosiones y escombros simplemente mira a la gente que está encerrada como si fueran animales. Ayudarles a escapar es fácil, agarrar a la pequeña aterrada y colocarla entre su pecho y la chaqueta, es tan pequeña que puede casi esconderla por completo.- No te muevas y agarrate fuerte.- Es quizás su calor natural, esa magia tan verde, cálida y amable como el tiempo o puede que todas las cosas juntas a la vez.

No hay ser vivo que no sienta paz y tranquilidad cuando se encuentra cerca de su aura, pero quiere pensar que tiene que ver más con su lado brujo que con su carácter.

Un par de golpes más, una ventana que se destroza y cuando llega a la ambulancia con la pequeña, la cosa se ha calmado del todo. Lo meten en una mezcla extraña de preocupación por él y por la pequeña, sin embargo a él no le molestan demasiados los cortes. No le importa la mejilla cortada, la sien o las manos destrozadas entre aquellos guantes.- Lo has hecho muy bien.- Un tacto cariñoso en su pelo y la pequeña rompe a llorar abrazada a él, llegar a urgencias para él es como llegar al cielo.

Varios enfermeros intentan pararle , pero él solamente señala a la niña, los llevan rápidamente a pediatria, el problema esta claro, la niña ha decidido que no va a soltarle.- No tengo problema, primero atiendan a la niña y luego me las apañaré yo.-El tono serio, la mirada color sangre, los tatuajes y su aspecto, aunque fuera policía no tenía pinta de ser precisamente de los buenos.

En cuanto la gente desaparece sienta a la pequeña en la camilla, esperando que se tranquilice y con calma, le hace juntar las manos.-No las abras… Vale, ahora.- Un pequeño pájaro apareció entre sus manos y empezó a revolotear alrededor de ella, la niña se relajó un poco y pudo mirarla con algo de más calma.

Cortes, arañazos y moratones superficiales, todo lo demás tendría que verlo la doctora. En cuanto el pájaro volviera a su hombro lo miraria preocupado y él simplemente se encogería de hombros. Problemas laborales, como siempre.

Había logrado quedarse dormida durante un ratito cuando de repente sonó el busca. Al parecer habían llegado agentes de policía a las urgencias con algunos heridos tras una redada o algo similar y tenía que presentarse en su consulta. Habían traído a una niña que no se quería soltar del hombre que la había salvado y necesitaba revisión y tratamiento. Serena no dudo un momento en levantarse como un resorte e ir rauda hasta su consulta. Llamo un par de veces antes de entrar más por educación que por otra cosa y entro con una dulce sonrisa en los labios como siempre que tenía pacientes en consulta.

— Buenas noches, me han dicho que hoy tengo en consulta a una princesita rescatada por un caballero andante — entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Se acercó un poquito a la pequeña mientras se ajustaba un poco su bata para estar más cómoda a la hora de revisar a la pequeña. La niña se la quedo mirando un poco temerosa primero, intentando acercarse al hombre en cuestión mientras la miraba sin saber del todo bien si podía o no fiarse de aquella mujer. Serena se quedo primero quieta donde estaba por que no quería asustarla, después de todo su deber era cuidar de los niños y no asustarlos. Cuando le echo un vistazo al hombre sonrió levemente, tenía una gran idea y esperaba que él colaborase.

— Oh vaya, el caballero también esta herido ¿quieres ayudarme a curarle? mira, tengo unas tiritas aquí que seguro que le ayudan a que no le duelan esas pupas — se acerco a un cajón y saco una cajita llena de tiritas de diferentes colores, con muchos dibujitos de princesas, animalitos y ese tipo de cosas. Le enseño una de princesas a la niña y sonriendo se acerco un poco al ver que la idea le gustaba. — Venga, que seguro que si tu me ayudas se siente mucho mejor antes — Serena le miro con un poquito de suplica en los ojos mientras se sentaba en la camilla al lado de la niña, aprovecharía que estaba así de cerca para ir revisando sus movimientos. De esa manera podría ver si le dolía alguna parte del cuerpo o si tenía algún tipo de herida aparte de los evidentes arañazos en brazos y rostro.

Le acercó la caja a la niña para que cogiera la tirita que quisiera y ella también cogió una — mira, primero desinfectamos la pupa con este algodoncillo que tiene alcohol y luego quitamos este pepelito de detrás, se lo acercamos a una pupa y... — le pego la primera tirita en la cara al policía, que sinceramente parecía mas delincuente que policía y ahora con aquella tirita debía admitir que estaba monisimo. Serena tuvo que reprimir una carcajada cuando vio como la niña le pegaba la segunda tirita. Poco a poco le fueron llenando la cara, las manos, incluso le pusieron alguna por el cuello y los brazos. Después de todo el hombre estaba completamente lleno de heridas.

Nuevamente se tuvo que morder los labios una vez terminaron de curarle para no echarse a reír al verlo lleno de tiritas de animalitos, sobretodo con la cara tan seria que tenía y ese porte tan regio. Aunque que tuviera un pajarito adorable en el hombro también era adorable a su parecer. — Muy bien, hemos hecho un gran trabajo si señorita — felicito a la niña y chocaron los cinco las dos. Entonces la doctora aprovecho para comenzar con la revisión de ella — veamos, vamos a revisar ese bracito y también tu respiración ¿vale? no te preocupes,no te haré daño — la auscultó y después hizo algunos movimientos con su brazo derecho, parecía que tenía alguna lesión en el hombro, tendría que hacerle una radiografía.

De todas las cosas en el mundo que odia, la segunda son los hospitales y la primera… La primera son los médicos. Para ser más exactos, los médicos como su padre. Sabe que no puede generalizar, sabe que su cabeza se ha comenzado a acostumbrar a ver mejor a las personas que llevan las batas blancas. A veces sin embargo su ceño se frunce sin que pueda evitarlo, y antes de lo que le gustaría admitirlo, los está prejuzgando demasiado rápido.

Menos mal que para el bienestar general, la doctora no se parecía en nada a su padre.

Entró ligeramente en pánico cuando dijo que a él también había que cuidarle y es que realmente era un paciente horrible. Aunque tuviera una resistencia al dolor sobrehumana, no quería decir que no le gustara quejarse o se viera algo incómodo de solo pensarlo.

Sin embargo era consciente de lo que quería conseguir la doctora, así que prefirió colaborar que quejarse demasiado. Se quitó las gafas, los guantes y la chaqueta. La espalda ancha y los hombros grandes, cortes por alguna que otra parte pero nada demasiado significativo, al menos curaba rápido. El tema del alcohol le hizo entrecerrar los ojos, pero no dijo nada. Dejó sin embargo que llenaran sus manos de tiritas, la cara, incluso algún que otro tatuaje.

- Algo me dice que voy a tener que dar muchas explicaciones en el trabajo, todos van a querer saber quien me ha curado y puesto estas tiritas tan geniales.- Pestañeando tranquilo, hablando con aquella voz tranquila y grave, con una ligera sonrisa de lado al ver los adorables muñecos de aquellas tiritas. Luego miró a la niña, y de reojo a la doctora.- Sin embargo, creo que a ti te van a quedar mucho mejor que a mi.- La pequeña se echó a reír y se relajó con la mujer, dejándola trabajar finalmente.

Se colocó la chaqueta de nuevo, esperando a que acabara con todo el tema. Sabe que tiene que darle la información de la pequeña para todo el papeleo y lo demás.- Muchas gracias por su trabajo, doctora.- Inclinó levemente la cabeza a modo de agradecimiento, cruzando los brazos para intentar tapar lo evidente. Estaba incómodo, tenso… ¿Excitado tal vez? Vale que era guapa y él llevaba tiempo solo, pero mejor no pensar en eso. Es la bata, es simplemente la jodida bata, fin del tema.

-Estoy seguro de que la pequeña no hubiera colaborado de no ser por su empatía.- Otro médico tal vez simplemente hubiera ido a hacer su trabajo, es consciente de la cantidad de gente que lo hace por el puesto y la posición. Es consciente de que hay una gran cantidad de gente como su padre.- ¿Me permite invitarla a tomar un café? Creo que es la mejor manera de explicarle la situación de la pequeña.- Vamos a fingir que es por el bien de la investigación y no por su bonita mirada, claro que sí.

Tras volver a la realidad después de la autobofetada que le hace carraspear, mete las manos en el bolsillo y espera pacientemente a que la doctora acabe de revisar a la niña. También quiere saber qué es lo que tiene en general.

Definitivamente aquel hombre era un encanto, no todos los hombres se dejarían llenar de tiritas de princesas y muñequitos con tal de que una niña se dejase revisar por el doctor. Además, debía admitir una cosa más y es que ese hombre parecía un armario empotrado. Cuando se quito la chaqueta pudo ver esos hombros y esa espalda ancha, sus manos grandes y esos ojos que tenían una mirada ardiente que por un momento la hizo estremecer. Si hubiera sido una mujer un poco más lanzada o menos vergonzosa seguramente le hubiera soltado una fresca. No puede negar que por su cabeza paso la idea de ese hombretón empotrandola contra una pared cualquiera de la consulta.

Sin embargo tenía que quitarse esa idea de la cabeza cuanto antes, estaba segura de que era simplemente por que estaba cansada y hacía tiempo que no retozaba con un hombre. Además, eso sumado a que el albino estaba realmente para comérselo no ayudaba demasiado a mantener su imaginación quietecita. Cuando terminaron de curarlo se encargo de revisar bien a la niña mientras escuchaba las palabras del hombre que se encontraba en la consulta con ellas. Le miro de reojo con una leve sonrisa cuando la felicito por su empatia y por su forma de ser y tratar a la niña.

— Gracias a usted por traerla dentro de lo que cabe, sana y salva — siguió revisando a la pequeña hasta que estuvo completamente segura de que no tenía que ver nada más. Tomo un informe que comenzó a rellenar poco a poco indicando también las pruebas que había que hacerle a la pequeña para asegurarse de que no tuviera lesiones internas o algo por el estilo. Por un momento la doctora dejo de escribir y levanto la vista del informe para mirar al hombre en cuestión. ¿Acababa de invitarla a tomar un café verdad? Estuvo a punto de pestañear un par de veces como quien no se cree del todo bien lo que esta viendo, pero se aguanto las ganas.

Miro de reojo a la pequeña que parecía más emocionada que ella con la idea de que los dos mayores fueran a tomar un café juntos. — ¿Un café? si, claro, me vendrá bien — le dedico una sonrisa mientras llamaba a una de las enfermeras del ala de pediatría que no tardo mucho en aparecer — bueno cielo, te vas a ir ahora con la señorita Lisa, te va a hacer una radiografía para asegurarnos de que no tienes nada roto ¿vale? y me ha dicho que si te portas bien te dará después una piruleta de fresa — le guiñó un ojo mientras susurraba lo ultimo como si fuera un secreto entre ella y la niña y entonces la pequeña tras asentir se bajo de la camilla con ayuda de la doctora y fue con la enfermera a que le hicieran sus pruebas.

Suspiro levemente — ¿le parece bien si vamos a la cafetería del hospital? — si decía que si le llevaría hasta allí, a la zona del personal. Después de todo ella no podía marcharse, estaba de guardia y al ser de noche tampoco había tanta gente como para que pudieran molestarles demasiado — parece que tiene el hombro dislocado y si no me equivoco tiene un par de costillas fracturadas, seguramente tirasen de su brazo con fuerza y después la tirasen contra algo — seguramente cuando la secuestraron o la trasladaron a otra parte. Aunque para Serena todo eso eran meras suposiciones, ella no conocía el estado en el que había sido encontrada la niña pero esperaba que el policía se lo dijera.

— Disculpe mi mala educación, ni si quiera me presente, me llamo Serena — se presento con una sonrisa mientras pedía un café bien cargadito y se fijaba un poco en él. Puede que ahora se dedicase a los niños pero Serena durante mucho tiempo fue cirujana y de las mejores, quería asegurarse de que el hombre al lado suyo no tuviera alguna lesión o algún problema que no le hubiese dicho simplemente para escaquearse de la revisión. Muchos policías lo hacían y en ocasiones terminaban acudiendo al hospital días después con algo mucho peor de lo que tenían inicialmente.

Negó suavemente ante sus palabras de agradecimiento. Sabe que si dice que es su trabajo ella puede decirle lo mismo, tal vez no entienda el sabor amargo que deja en su garganta esa frase cada vez que la pronuncia.- Me conformo con saber que está a salvo de donde estaba.- Es la realidad, aquel hombre no podrá hacerle daño de nuevo y si todo sale bien, pronto podrán localizar a su familia, la misma de la que fue robada y secuestrada.

Inclinó suavemente la cabeza ante su aceptación al café y no pudo evitar sonreír de manera leve, mientras quería matarse. Maldita sea que iba a empezar a parecer un maldito adolescente hormonado. El pequeño pájaro picó suavemente su mejilla, obligando a que le mirara, alzando suavemente una ceja.- ¿Qué? ¿No tendrías que irte? -El animal estiró suavemente sus alas y desapareció en un brillo verdoso, causando al hombre un momento de refunfuño.

Incluso sus animales se ponían en contra suya algunas veces.

-Claro, lo que le resulte más cómodo, no tengo problema alguno.- Asiente mientras comienzan a caminar rumbo a la cafetería. El diagnóstico afila aquellos orbes de sangre y podría haber gruñido de no ser por la fina línea que crean sus labios apretados. Escuchar eso le pone de mal humor.- No fue encontrada en las mejores condiciones.-La realidad, dura y cruel como ella sola, la verdad que se escondía detrás de todo aquello. Le gustara o no, el mundo estaba lleno de gente terriblemente mala.

El tema de las presentaciones le hizo reaccionar, negando tranquilamente.- No se preocupe, yo tampoco he sido demasiado cortés.- Admite con calma, estirando la mano para estrecharse, pero al darse cuenta de la cantidad de tiritas por metro cuadrado y los guantes, la retiró con algo de vergüenza.- Aren, Aren Davis, un placer.- Fue entonces que se dio cuenta del sutil chequeo de la señorita. Una sonrisa ligeramente pintó sus labios y negó tranquilamente mientras la miraba.- Estoy bien, sus tiritas se han encargado de todo.- Se regenera rápido, y por mucha tirria que le tuviera a los hospitales de haber tenido alguna clase de herida seria se lo hubiera dicho.

Le apartó una de las sillas para que se sentara y luego se sentó él delante de ella.- Verá, la niña fue secuestrada por un traficante de razas.- Acomodando ligeramente en la silla mientras el camarero se acercaba, suspiró.- La pequeña es una hibrida y pensaban venderla junto a más gente, gracias a lo que sea, logramos atraparlo antes de que eso pasara.- Se le notaba serio al hablar del tema, no demasiado cómodo, pero terriblemente profesional. Pidió un café con leche y simplemente se acomodó en la silla, esperando que el cansancio se alejara de su cuerpo.

-Si encuentra algo raro en sus análisis avísame, tenemos sospechas de que han intentado experimentar con ella.- Se rascó la nuca con algo de incomodidad, el tema en si no era de sus favoritos, le rompía ligeramente el corazón si pensaba demasiado en ella.

Tal vez su madre si que había criado a un blando después de todo.

No pudo evitar reírse al ver como alejaba su mano con la vergüenza reflejada en la cara. — Oh no se preocupe por las tiritas, créame estoy acostumbrada a verlas y a llevarlas — ella también había tenido que dejar que algunos de sus niños le pusieran tiritas cuando tenía alguna pequeña herida solo para que ellos se sintieran mejor. La idea de que ellos la curaban a ella y la cuidaban los hacía sentir muy felices y de paso a ella también así que no tenía queja alguna. — Como médico que soy mi deber es asegurarme de que usted también esta bien aunque se que los policías son un poco cabezotas a la hora de dejarse cuidar y mimar — nuevamente una pequeña risa salió de sus labios mientras guiaba al hombre hasta una mesa. Desde luego estarían mucho más cómodos allí sentados si querían hablar de la situación de la pequeña.

Ante su historia no pudo evitar suspirar con algo de pena, se imaginaba que no podía ser nada bonito con como habían llegado y el estado de la chica — me asegurare de avisarle si encontramos cualquier cosa en sus análisis, llamare a la comisaría y preguntare por usted, ahora la pequeña pasa a estar a mi cargo hasta que algún familiar aparezca — Serena se encargaría personalmente de que la pequeña estuviera en buenas condiciones en el hospital, bien cuidada y que poco a poco se sintiera segura y protegida. Además de eso la revisaría de arriba abajo, por eso la había dejado con Lisa, para que pudiera hacerle un chequeo completo para asegurarse de que no tenía más problemas de los que pudiera entrever la doctora con la revisión inicial.

Tampoco sabía si la chica tenía familia o no, aquella idea la entristecía, pero no sería el primer huérfano al que le toca curar. Normalmente intentaba seguir sus historias hasta saber que eran adoptados por una buena familia, incluso había niños que aún le mandaban cartas e incluso que iban a visitarla al hospital de vez en cuando por que guardaban un dulce recuerdo de la doctora. Revolvió un poco el café con la cucharilla de plástico que le habían dado en la cafetería y después le dio un trago al café tras soplar un poquito para no quemarse los labios. No sería la primera vez que se quema por andar demasiado centrada en sus pensamientos o por tener demasiada prisa por que tiene mucho trabajo que hacer.

Un ligero suspiro escapo de sus labios — jamás entenderé como alguien puede hacerle daño a otra persona — era algo que ella como médico que era no podía entender. Que alguien pudiera hacerle cosas tan horribles a otra persona. En su cabeza no era posible imaginarse a ella haciéndole algo malo a cualquier otra persona, puede que eso era lo que diferenciase a la gente buena de la mala. — Disculpe, creo que no debería interrumpirle más en su trabajo, parece ocupado — se fijo nuevamente en él y esta vez se quedo por un momento hipnotizada en esos ojos carmesí. Tenía una mirada muy profunda y sus ojos eran realmente hermosos. Ante su pensamiento no pudo hacer otra cosa más que sonrojarse y apartar la mirada nerviosa — ¿esta seguro de que se encuentra bien? no me gustaría que se marcharse de aquí con alguna dolencia que pudiera agrabarse por no mirarla a tiempo — después de todo si había saltado por una ventana como había dicho la niña en la consulta aquel hombre podría haberse hecho mucho daño.

No lo negó, tenía que darle la razón en aquel tema. Era algo que iba con la placa, era algo que iba con la manera en la que lo habían criado. Si daba un solo síntoma de debilidad alguien se aprovecharía de ello y acabaría destrozado. No era la primera vez, no era la última, y no quería participar en ello una vez más. -No nos gusta reconocer que somos débiles, tenemos que demostrar que podemos proteger a la gente.- Encoge suavemente los hombros, es algo que por regla general se aplica a los cuerpos de seguridad.

Asiente finalmente cuando habla sobre la custodia de la muchacha.- Su madre se encontraba entre las demás personas de la redada.- No había podido llevarla al hospital con ellos, ya que se encontraba en otra zona alejada. Sin embargo le pasaron el reporte a la mujer y llegaría en breve.- Vendrá a estar con ella, pero llámame de todas formas para saber cómo van los análisis de la pequeña.- No le gustaba dejar los casos a medias y quería saber si sus sospechas eran reales o infundadas.

Si aquella gente continuaba con aquellos proyectos, tendría que averiguar donde estaba el origen y ponerle fin para que nadie más sufriera.

-Por desgracia, por cada buena persona como usted que no lo entiende, existen diez que se lucran de ese sufrimiento.- No quiere decirle que conoce a esa clase de personas, que se ha criado con una, que sabe de médicos que matarían con sus propias manos a sus pacientes si eso le subiera el sueldo. Algo cansado de recordarlo, simplemente lo aparta de su mente.

Negó tranquilamente después de las palabras de la muchacha.- No se preocupe, algo me dice que después de lo de esta noche tengo el día libre.- Había roto una ventana, había saltado por ella y un montón de cosas más que solo habían sido posibles gracias a que no era del todo humano.- Puedo asegurarle que estoy entero, aunque.- Se quedó pensando, las costillas le molestaban un poco y eso llevaba un rato.- Aunque no negaré, que no rechazaría una revisión, me molesta la costilla.- Tarda un par de segundos en darse cuenta de lo evidente, fue en ese costado en el que acabó apoyando al saltar desde la ventana.

Seguramente era cosa de la adrenalina o la sangre de brujo que se estaba asegurando de que no le doliera hasta que pudiera bajar las defensas del todo. Tal vez se sentía lo suficientemente cómodo con la mujer, quizás ella había bajado sus defensas lo suficiente, incluso aunque ambos estén en un lugar que odia profundamente.

-Me caí sobre el lado izquierdo, así que supongo que es bastante normal.- Era un armario empotrado, lo suficientemente resistente como para que aquellas cosas fueran en segundo plano, como todo lo que tenía que ver con su salud.

Suspiró ligeramente, revolviendo de manera inconsciente sus propios cabellos.- Simplemente los hospitales no son lo mio.- Lo admite, mirando a la muchacha con una ligera sonrisa.

Aún se comporta como un niño con algunas cosas.

Se tranquilizo un poco cuando le dijo que la madre de la joven vendría a estar con ella. No obstante le preocupo un poco que fuera una de las mujeres rescatadas en aquella redada. Sin embargo si no estaba en el hospital era por que se encontraba bien de salud o al menos en aquel momento estaba bien. Esperaba que la mujer no tuviera dolencias o problemas derivados del sufrimiento que había tenido que pasar en aquel lugar. Por otro lado seguía sin estar conforme con la idea de dejar a aquel hombre marcharse todavía, no sin antes revisarlo.

— Por suerte hay gente como usted en el mundo que se dedica a salvarlos de las manos de esos indeseables — le dedico una dulce sonrisa antes de que él mismo aceptase que tal vez no estaba tan bien como quería dejar ver en un principio. Serena aguanto las ganas de poner un ligero puchero cuando al fin acepto la realidad. Se levanto de la silla donde estaba y se acerco a él — en ese caso venga conmigo, vamos a revisar esa costilla — no pudo evitar reír cuando le vio alborotarse el pelo y quejarse de que no le gustaban los hospitales. Lo podía entender, no eran lugares donde uno quisiera estar la verdad.

— Vamos, le prometo que si se porta bien después le doy una piruleta — no pudo evitar hacer aquella broma ya que era una de las cosas que usaba para convencer a los niños de que se dejasen revisar las heridas con las que llegaban. Le llevo hasta su consultorio una vez más y cerro la puerta tras de si mientras hablaba de espaldas a él — quítese la camisa por favor y siéntese en la camilla, enseguida le reviso eso — la chica simplemente se acerco a su mesa para recoger sus instrumentos médicos para poder revisarle correctamente.

Cuando se giro para acercarse tuvo que parar un momento al ver semejante hombre sin camiseta. Respiro un par de veces y se acerco a él intentando centrar su mirada en las heridas y moratones que presentaba. Se notaba que esa redada había sido peligrosa, varias zonas de su cuerpo poco a poco iban adoptando colores que iban desde el rojo hasta el morado pasando por un abanico bastante amplio de otros colores. — Bien, desde luego parece que ha sufrido varias contusiones...vamos a ver esas costillas — se acercó a él lo suficiente como para poder colocar una de sus manos en la zona donde él se quejaba.

Primero comenzó con un par de dedos, suavemente presionaba en la zona viendo en que lugar se quejaba más o menos el policía. Debía admitir que por un momento le costo concentrarse, pero no podía dejarse llevar de aquella manera. Ella era una profesional y tenía que demostrarlo y hacer bien su trabajo. — ¿Por aquí es mas molesto? — siguió palpando la zona de las costillas para luego ir pasando sus manos y sus dedos por el resto de las contusiones que presentaba para asegurarse de que no tuviese ninguna otra complicación más. — Me parece que tiene una costilla rota o al menos con micro fracturas, pero para asegurarnos deberíamos hacer una radiografía — le miro y se alejo un poco avergonzada consigo misma por darse cuenta de la cercanía que ambos poseían en aquel momento.

-Me gusta pensar que no soy tan especial como lo hace ver, y que hay más gente buena de la que parece.- Una sonrisa suave pinta sus labios, mientras intenta convencerse de esas palabras a él mismo.- Quiero creer que simplemente no están tan a la vista o tan en la acción.- Gente que tal vez, simplemente, prefiere ayudar desde un punto de vista más escondido, más misterioso.

Gente que no necesita hacer de ello su trabajo o cosas así.

Se pone algo nervioso al saber que van a revisarle, no va a negarlo o a esconderlo, le pone los pelos de puntas aquel sitio y aquella situación. Quitando la obvia y clara belleza de su acompañante, que no mejora nada la situación, todo aquello está siendo una noche de lo más extraña.

Obviando la redada, los problemas y el cómo había empezado, tenía la esperanza de estar en cama en aquel momento y no en la camilla de un hospital.

-Tentador, aunque no lo parezca, tengo debilidad por los dulces.- Su madre siempre se había reído de aquella afirmación, pero era cierta. Caramelos, chocolates y todas esas cosas, su casa parecía una pequeña pastelería o tal vez un mundo lleno de chucherías de distintos colores.

Pero no podía evitarlo, no sería adicto a la cafeína, pero el azúcar hacía de las suyas en su cuerpo.

En cuanto dijo que iba a mirar sus costillas, levantó el brazo izquierdo para dejarle un mejor acceso a la zona e instintivamente apartó la mirada al tenerla cerca. Tenía un olor dulce que le hacía cosquillas en la nariz, y sentía que si la miraba demasiado, iba a ponerse rojo.

Joder, era definitivamente susceptible a aquella mujer.

Un suave quejido sale de sus labios, aguantándolo con un pequeño gruñido al intentar reprimirlo por culpa de la sorpresa.- Justo ahí, ha dado en el clavo.- Su voz suena algo ronca por la sensación incómoda de su tacto en la zona adolorida, sin tener en cuenta que más cosas pueda hacer su tacto, cosa en la que no quiere pensar.

El tema de las radiografías le parece molesto, sabe que su regeneración juega parte en todo aquello, pero cuando son cosas internas es algo más que simplemente poner algo más de intención en la zona.- Esta bien, usted manda… Pero no pienso quedarme internado aquí.- Le avisa con una ceja suavemente alzada y una sonrisa ladeada, aunque no suena mal lo de pasar la noche con ella.

No, no lo digas de esa manera, suena mucho peor de lo que parece y definitivamente las cosas no van por ahí… ¿O si? Niega de manera suave y se levanta, agarrando la camiseta para ponérsela, pero al levantar los brazos para hacerlo la costilla le da un tirón y vuelve a quejarse.

Menuda noche.

-¿Le importaría ayudarme? Es algo vergonzoso, pero me cuesta bajar los brazos y tirar de la camiseta.- Es jodidamente vergonzoso, pero cada vez que va a tirar, puede notar como sus tendones se estiran y sus huesos deciden que la posición no es la correcta.

Va a dormir de puta pena como la cosa siga así.

Que tuviera debilidad por los dulces se le hizo adorable, un hombretón hecho y derecho, guapo, musculoso, un momento...Serena por dios céntrate. El caso, que un hombre como él tuviera debilidad por las cosas dulces se le hizo realmente entrañable y no pudo evitar sonreír al escucharle decir aquello. No obstante cuando le escucho quejarse de aquella manera ante su tacto en la zona de las costillas se preocupo un poco. Definitivamente tendrían que hacerle esa radiografía por si tenían que ponerle algo para que no se moviera mucho, aunque apenas podrían hacer nada teniendo en cuenta que las costillas deben soldar solas, no hay mucho que hacer con ellas.

— La verdad si tiene una o dos costillas rotas debería quedarse en observación para evitar que dichas costillas puedan perforar sus pulmones ¿entiende que eso podría ser realmente peligroso verdad? — lo miro de reojo mientras él intentaba vestirse y ante su petición intento relajarse un poquito y no ponerse colorada mientras se acercaba a él nuevamente. Se puso frente a él y estiro los brazos poniéndose un poco de puntillas para agarrar la parte baja de su camisa ya que él era bastante más alto que ella. Aquella posición desde luego era peculiar, tenerlo tan pegado solo conseguía ponerle los pelos de punta y encenderle todas las alertas, era un hombre que por alguna razón atraía mucho a la doctora.

Una vez bajo su camiseta rozando suavemente sus dedos con la piel del policía se alejo carraspeando un poco intentando controlarse y girando su rostro para evitar que Aren pudiera ver aquel sonrojo que asomaba en sus mejillas. — Sígame por favor, le haremos esas radiografías rápido — siempre estaba la opción de curarle las costillas con sus poderes pero eso sería realmente doloroso para él. Tendría que acelerar el proceso de curación de la carne alrededor y de los huesos y eso seguramente le causaría un dolor punzante que duraría desde el inicio de la intervención hasta que esta finalizara.

— Túmbese en la camilla porfavor — coloco todo para hacerle las radiografías y tal y como ella esperaba tenía dos costillas rotas y una con una ligera fractura. Prácticamente tenía media caja torácica destrozada. Serena suspiro y chasqueo la lengua mientras terminaba aquellas pruebas — tal y como me temía, tiene dos costillas rotas y una con una fractura considerable..me parece que voy a tener que darle la baja por un tiempo, necesita descansar y no hacer movimientos bruscos ¿esta seguro de que no quiere quedarse en el hospital? — podía entender que no le gustaran pero la verdad es que le vendría bien, por otro lado si prefería irse a casa ella tampoco podía impedirle que pidiera el alta voluntaria.

— ¿Tiene alguien que pueda ayudarle en casa? porque tal y como le digo no va a poder hacer ciertos movimientos, por el momento le vendare la zona y le pondré una pomada analgésica para que no le duelan los músculos por el impacto, pero tendrá que guardar reposo — se mordió el labio inferior mientras miraba las radiografías hasta que le miro la cara, desde luego no parecía conforme con esas palabras que le estaba dedicando. La doctora suspiro un poco — aunque...hay otra solución — según dijo aquello se arrepintió de inmediato, no debería hacerlo de aquella manera — olvídelo, no es buena idea — se giro por un momento intentando controlar sus nervios recogiendo las cosas para que ambos salieran de la sala de pruebas y pudieran volver a la consulta.

Las costillas es lo que menos le apetece que le duela, sabe que es algo que necesita su tiempo y su propio ritmo para curar. Aunque pueda aumentar su regeneración, es algo lo suficientemente molesto como para que tenga que cuidar y ver como evoluciona de vez en cuando.

Tiempo, es algo que requiere tiempo y es precisamente lo que menos le apetece perder llegados a aquellas alturas.

No vamos a negar que el tacto de la mujer le causa un escalofrío, y que menos mal que es lo suficientemente sereno como para volver a la tierra antes de que todo se desmadre. Pero bueno, es momento de centrarse en sus costillas, mucho más importante.

¿Pero cómo cojones se va a centrar en las costillas cuando tiene delante a la mujer con un sonrojo adorable? Un ligero suspiro, un asentimiento y vuelve a la normalidad, antes de cometer una tontería.- Claro, muchas gracias.- Carraspeó ligeramente siguiéndola, no tiene ganas de pasar por ese aparato del demonio, no quiere, pero ha accedido colaborar por el bien de su propia salud y la preocupación de la doctora.

Efectivamente, es entrar en ese trasto y empezar las malas noticias. Un bufido escapa de sus labios y mira el techo de la sala rezando por algo. No puede molestar a su madre con aquel tema, definitivamente la mujer se volvería loca y no quiere ni pensarlo.- Odio los hospitales lo suficiente como para preferir dormir en el sofá y regocijarme en mi propio dolor.- Le salió del alma, fue algo superior a él, prefería estar vomitando sangre en el sofá de su sala que en el hospital perfectamente atendido.

No iba a estar tranquilo, iba a tener pesadillas y su madre iba a estrangularlo mientras siguiera vivo.

Se sobó la sien intentando calmarse, mientras ella empezaba a preguntarle si alguien podía ayudarle, se quedó pensando en silencio, quizás más tiempo del que le gustaba reconocer.

Pero definitivamente, no podía avisar a su madre.

La mujer acababa de mudarse, seguía adaptándose al lugar, como le llegara con media caja torácica rota, iba a tener como mínimo un infarto.

-Lastimosamente vivo solo y soy extranjero, la única persona conocida que tengo no puede hacerse cargo de mi.- Me incorporo una vez acabamos con aquello, frotando el rostro con cierta queja hasta que ella habla.- Estoy abierto a opciones… Si no es mucha molestia.- Curioso se quedó mirándola, quería saber qué opinaba la mujer o qué idea podía aportar.

En aquel momento, era todo oídos.