[Priv. Holly Enache] Broken Bones

por Invitado Mar Ene 26, 2021 9:17 pm

Ehlers-Danlos, una alteración en síntesis de colágeno que podía imponer a la fuerza ciertos límite en la vida de quienes lo padecían y como Aimée tenía la mutación clásica, la primera de los seis tipos, solo tenía que lidiar con los síntomas más livianos, pero las oportunidades para heridas seguían presentes y parecía que la diosa de la luna aprovechó esa noche para recordárselo.

Aimée había llegado desde hace unos meses a Bucarest y desde el día que pisó aquellas tierras, se inmerso en su trabajo de medio tiempo en el cementerio más grande de la ciudad, el Cementerio de Bellu, donde su tío, el esposo de la hermana de su padre, hacía sus rondas por la noche espantando a los delincuentes, su trabajo era el de la jardinería, que a la vez le servía para recoger algunos ingredientes para su práctica de alquimia, aunque a pesar de la insistencia de sus tutores legales, no se tomaba un descanso, incluso de noche, aprovecharía cualquier momento de distracción para no dormir y verse asaltada por aquellos recuerdos convertidos en pesadillas.

Con la pequeña linterna entre sus dientes, mantuvo la cabeza bien en alto para iluminar el camino mientras empujaba la carretilla al cobertizo, normalmente, la luz de la luna y estrellas solía iluminar un poco aquella tierra cubierta de césped, pero al estar el cielo cubierto de nubes que anunciaban una tormenta, apenas podía ver donde pisaba, algo que resultó fatal para la mujer, que al escuchar el sonido de un trueno en la cercanía, alzó la vista apresurando sus pasos, pero por sus problemas de coordinación, tropiezo con sus propios pies y cayendo, junto su contenido, la carretilla sobre su brazo izquierdo.

Así que, sintiendo un inmenso dolor, dejó las cosas tiradas, frente al cobertizo, sujetándose su brazo, corrió a su casa que se encontraba al otro lado del cementerio, tragando algunas píldoras contra el dolor, colocándose su banano alrededor de la cintura donde tenía su cartera, salió, sin antes de cerrar la puerta con llave para después correr hacia el hospital más cercano gracias a la ayuda de Google Maps, sus tíos no se encontraban en casa, de hecho, no volverían hasta una semana más tarde, quienes estaban fuera del país, en Francia, para ser más exactos, así que no podía contar con su ayuda esta vez.

Horas después se encontraba sentada sobre una camilla, mirando el yeso que cubría su brazo desde el codo a muñeca, dándole golpes suaves con sus dedos, al final si se había rompido un hueso, pero estuvo muy cerca, la de ojos bicolores miro la puerta que combinaba con el color blanco de las paredes. — Sí que se están tomando su tiempo. —

por **Holly Enache** Sáb Ene 30, 2021 8:30 pm

Una de las cosas que más le gustaba a Holly del hospital, era el momento en el que llegaban los heridos. Ver su sufrimiento, sus cuerpos maltrechos, la angustia de los familiares cuando pedían por ver a sus seres queridos y esa impotencia que les gobernaba en a quienes esperaban los resultados de una operación. Provocaba tal satisfacción en su interior que pronto comenzaba a notar un dolor de cabeza agudo; razón por la cuál dejó de acercarse tan asiduamente a urgencias. Era agotador tener que renunciar a las cosas que le provocaban placer, y al mismo tiempo notaba en su propio cuerpo un cansancio poco habitual. La falta de sus demoniacos poderes cada día se hacía más patente y eso comenzaba a preocuparla.

Últimamente se hallaba inmersa en pensamientos negativos, los más recurrentes eran aquellos en los que se cuestionaba siquiera llegar viva a los seis años de condena. Apenas y habían pasado tres, y el deterioro se veía aumentando de forma exponencial. Debía encontrar pronto una forma de hacer el mal sin que su propia vida se viera en riesgo.

— Disculpe la tardanza señorita… — leyó el informe — Duval. — Holly llevaba en la diestra una bandeja de comida mientras que su siniestra mantenía los folios abiertos. La rubia dejó la bandeja sobre una de las mesas móviles y la acercó a la paciente. No había mucho en la bandeja: un vaso de leche de almendra, un muffin de naranja con chips de chocolate y una manzana. — Por favor, intenta comer un poco. — Le dijo mientras se acercaba y sacaba del bolsillo delantero de su bata una pequeña linterna, del porte de un bolígrafo. — ¿Sabes por qué te han mantenido en observaciones? — Le preguntó con tonos monótonos, como si fuera una máquina, sin esperar realmente a que le respondiera. — Nos aseguramos que la caída no ha provocado una contusión interna; tu cabeza es lo primordial pero dado tu historial debemos estar al pendiente de esos morados. — Comentó mirando el brazo enyesado. Acto seguido encendió la linterna — Mira al frente. — Procuró no tocarla cuando acercó la luz a sus ojos, moviendo la linterna para observar la contracción de sus pupilas. Primero de un ojo y luego del otro. La heterocromía era agradable de ver.

— Muy bien. — Apagó la linterna y sacó un bolígrafo garabateando algo en el informe, dejando una nota. — ¿Vendrá a buscarte alguien? — Dejó la carpeta cerrada en la misma mesa que descansaba la bandeja con comida y observó a la joven mientras se echaba alcohol gel en las manos antes de tomar el cuchillo que estaba al lado de la fruta.

Lo ideal sería que ella se fuera en compañía de algún familiar, por política del hospital, aunque si fuera por Holly la dejaría en el hospital hasta que terminara su turno. ¿De quién sería la culpa si algo le pasaba? No soportaría otro castigo de madre.

Mientras la demonio estaba perdida en sus pensamientos sus hábiles manos cortaron la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que iba dejando en el plato del muffin a medida que realizaba cortes pulcros y con una precisión envidiable.

Incluso ese insignificante detalle con la fruta le estaba provocando dolor de cabeza.